Las nuevas oficinas de Federico Giner en Valencia se han diseñado como un hábitat ligero, casi flotante. Nada de muros rígidos ni cubículos grises: aquí el trabajo se organiza bajo estructuras metálicas en forma de nubes que delimitan sin encerrar.
Los colores marcan el ritmo. Predomina el verde corporativo, acompañado de beige, blanco y texturas naturales.
Una paleta suave, equilibrada, que transmite calma y continuidad. Los tonos se aplican a pilares, cortinas y mobiliario con una lógica clara: reforzar la identidad de marca sin saturar.
La luz juega un papel central. En la planta baja, los tejidos y las mallas filtran la claridad para crear espacios amables y versátiles. Un lugar donde lo funcional convive con lo poético: salas que se abren o se cierran gracias a cortinas ligeras que generan intimidad sin perder la conexión.
En el nivel superior, la atmósfera cambia. La zona social se viste de azulejos brillantes y detalles más vivos. Es el área para los encuentros informales: cocina, bar y terraza abierta al cielo de Valencia. Un respiro urbano que aporta vitalidad al día a día.
El resultado es un entorno que trasciende la oficina convencional. Un espacio etéreo y flexible, que fomenta el trabajo en equipo pero también la concentración.
Una arquitectura que habla de la marca, de su way of life y de su vocación por construir un lugar donde se trabaja, sí, pero también se comparte, se conversa y se crea.