La startup de Seattle, Interlune, pretende mercantilizar recursos espaciales iniciando con helio-3 en la luna, proyectando misiones de prueba para 2027 y 2029.
Las normativas vigentes sobre la minería espacial siguen siendo incipientes y generan obstáculos para las empresas que buscan explotar recursos más allá de la Tierra. Sobresale el helio-3 (He-3), un isótopo que puede ofrecer una fuente de energía limpia y abundante cuando se utiliza en reactores de fusión nuclear. Este material es apropiado para proyectos de fusión, dado que produce pocos residuos radiactivos peligrosos y, ahora, es el objetivo de Interlune.
Se estima que la luna aloja cerca de 1,1 millones de toneladas métricas de este gas, en comparación con las escasas 1,6 toneladas presentes en la Tierra. El objetivo es extraerlo y traerlo al planeta en 2030. «El helio-3 es el único recurso que justifica desplazarse hasta la luna y volver», ha explicado Nina Hooper, directora de desarrollo de negocios de Interlune.
La firma de Estados Unidos ha formalizado contratos y cartas de intención por más de mil millones de dólares para vender He-3, aunque todavía no se ha validado la tecnología. Rob Meyerson, consejero delegado y cofundador de Interlune, ha asegurado que pretenden llevar a cabo misiones de prueba en 2027 y 2029, con miras a poner en el mercado 20 kilogramos de He-3 en 2030. «Ese será un paso decisivo para estabilizar la cadena de suministro», ha señalado Meyerson.
El He-3 también se emplea en diagnósticos médicos y seguridad nacional, y aporta beneficios potenciales en campos tecnológicos como la computación cuántica. Interlune ya formalizó acuerdos con más de una empresa especializada en ese sector, donde el He-3 resulta esencial para mantener frías las supercomputadoras.
Entre las regulaciones, los Acuerdos Artemis de 2020 estipulan que la explotación de recursos espaciales debe realizarse para el beneficio de toda la humanidad y evitar la contaminación nociva del espacio. Sin embargo, su aplicación resulta compleja. Meyerson resaltó que el proceso de Interlune no recurre a productos químicos para extraer He-3, lo que reduce el impacto medioambiental. «No se dejan residuos contaminados, así que equipararlo con la minería tradicional es un error», ha puntualizado.
Interlune también proyecta ampliar sus operaciones para obtener otros recursos lunares útiles en la construcción de infraestructura en el espacio y en la producción de combustible para cohetes. «Estamos involucrados a largo plazo para levantar una economía en el espacio», ha añadido Meyerson. La compañía prevé convertir el agua lunar en combustible e integrar metales en la edificación.