A medida que se haga más evidente que la economía del gigante asiático no se va a derrumbar y que los inversores tomen conciencia de que las autoridades del país tienen todo un arsenal con el que paliar las consecuencias de la ralentización del PIB, Wall Street se centrará en otras cuestiones.
Más allá del próximo movimiento de la Reserva Federal (Fed), sin duda, una fuente de "nerviosismo" hasta que acabe el año, Capital Economics considera que el futuro comportamiento de Wall Street, concretamente del S&P 500, se verá obstaculizado por el débil crecimiento de los beneficios empresariales.
"El valor de la renta variable depende en gran medida de la diferencia entre dos variables: la primera es la velocidad a la que los inversores descuentan las ganancias futuras, es decir, los retornos del capital requeridos; mientras que la segunda es el ritmo al que se espera que crezcan los beneficios", explican estos expertos.
Desde mediados de 2014, indican, el margen de beneficio operativo total se ha reducido, "debido principalmente a la caída de los ingresos en el sector energético, ante la caída del precio del petróleo". Ahora bien, añaden, "los márgenes de explotación totales de las empresas de otros sectores también han disminuido".
Así, a pesar de que esperan una ligera recuperación del crudo, lo que apoyará los balances de esta industria, "el margen de beneficio agregado de las corporaciones del S&P 500 en su conjunto se mantendrá bajo presión en medio de la fortaleza del dólar y del mercado laboral (…) si estamos en lo cierto, esta situación debería ir acompañada de una disminución del ratio precio/beneficio del índice, lo que resultará en que éste registre tan sólo un ligero aumento". En este contexto, calculan que el principal selectivo del mundo cierre el año en los 2.100 puntos.
Mismo precio objetivo tienen para el S&P los expertos de Barclays, pero son más optimistas en lo que respecta al trasfondo del mercado. "No cambiamos nuestras previsiones porque el crecimiento mundial sea lento, pues esto ya es una parte fundamental de nuestra tesis de inversión, y hay aspecto positivos que lo compensan que se deben tener en cuenta".
En concreto, recuerdan que la renta variable estadounidense se comportó "bien" durante las crisis de los mercados emergentes de 1997 y 1998; además, la política monetaria sigue siendo favorable; al mismo tiempo, las valoraciones son más atractivas tras las recientes ventas; y, finalmente, creen que las ganancias deberían mejorar en 2016.
Su estrategia sigue siendo apostar por acciones de alta rentabilidad (dividendos) y vender compañías con altos ingresos, que están demasiado "caras".
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