El último informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que los últimos acontecimientos en Turquía le han costado un punto menos de crecimiento en su PIB nacional en 2016. El motivo: la caída en el número de turistas y su impacto en otros sectores. El sector turístico turco llegó a suponer el 3,7% de la economía del país y creó hasta 600.000 empleos, el 2,3% del empleo total de Turquía. A estas cifras habría que sumar otro millón más de puestos de trabajo indirectos, por ejemplo en el sector del ocio. Antes de 2016, Turquía gozaba de un sector aéreo en auge y había puesto el foco en desarrollar sus infraestructuras y en construir nuevos hoteles. Una buena promoción del país como destino turístico fue lo único que faltó para situarlo entre los lugares preferidos para visitar del Mediterráneo. Además, según el FMI, solo el 3% de los turistas extranjeros necesitaron visado para ir a Turquía, algo que hizo que muchos de ellos se decantaran por este país frente a sus otros competidores de la región, como Egipto. Sin embargo, el año pasado fue un punto de inflexión para la economía turca. Entre 2010 y 2014 el país registraba una media de 70 ataques terroristas anuales, una cifra que llegó a dispararse hasta los 400 solo en el año 2015. Esta ola terrorista hizo que las llegadas de turistas europeos, que suponen más de la mitad de las visitas totales al país, se redujesen en un 30%. A esto hay que sumar la caída en las llegadas turísticas de los ciudadanos rusos tras la imposición de las sanciones. Según el FMI, una caída de solo el 10% en las llegadas internacionales se traduciría en una reducción de entre un 0,3 y un 0,5% en el PIB.
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