La crisis financiera de 2008 tuvo una importante incidencia en los balances empresariales. A pesar de mantener sus niveles de apalancamiento, la estructura de los pasivos de las sociedades no financieras se ha transformado coincidiendo con la incorporación de los estímulos monetarios ‘no covencionales’ del Banco Central Europeo (BCE). En concreto, las obligaciones de las empresas en la Eurozona se incrementaron en un volumen equivalente al 4,8% del PIB en 2016. Este fenómeno se produjo por un lado a través de la emisión de acciones (1,7% del PIB) y una mayor financiación ajena (equivalente al 2,4% del PIB). Es decir, en el caso de los instrumentos de deuda, se produjo un aumento tanto de los préstamos bancarios como de las emisiones de bonos, en un contexto de tipos de interés en mínimos históricos, según los últimos datos publicados por el Banco de España.
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