La autoridad monetaria de Estados Unidos sigue confiando en la fortaleza de la economía norteamericana, pero al mismo tiempo está cada vez más preocupada por las consecuencias de la volatilidad. Esta es la principal conclusión que podemos extraer de las palabras de su presidenta, Janet Yellen, algunos de sus miembros y de la Actas que se han publicado de su reunión de enero…
Para Barclays, la Fed ha dejado claro que deben suceder tres cosas para que se produzca una nueva subida de tipos: que los datos mejoren en relación al cuarto trimestre, que se estabilicen los mercados financieros y que el propio Comité tenga una mayor confianza respecto al balance de riesgos (esto es, que desaparezca la incertidumbre).
Tan fácil y tan difícil al mismo tiempo… El consenso en general cree que hemos visto una sobrerreacción y que más pronto que tarde las aguas volverán a su cauce, esto es, China y las materias primas se estabilizarán, y de su mano los temores a una recesión global. Sin embargo, no son pocos los expertos que también reconocen que el sentimiento inversor y la confianza ha recibido un duro golpe, del que tardará en recuperarse por lo que la inestabilidad y la volatilidad han llegado para quedarse.
La visibilidad es reducida y, de hecho, se comienzan a oír voces que apuntan no sólo a que se paren las subidas de tipos, sino a nuevos estímulos por parte de la Fed. Por ejemplo, que siga los pasos del Banco Central Europeo (BCE) o el Banco de Japón (BoJ por sus siglas en inglés) y se sume a los tipos de depósito negativos. La propia Yellen señaló ante el Congreso que no era "consciente de nada que nos impida hacerlo".
Pero Capital Economics cree que, incluso si las condiciones económicas de Estados Unidos se deterioran fuertemente, la autoridad monetaria optará por otras herramientas no convencionales, pues los tipos negativos se enfrentan a obstáculos legales, cuestiones de competencia, a la falta de reformas en el mercado de fondos mutuos y, especialmente, al hecho de que nos encontremos en año electoral.
Así, la firma explica que la Fed podría optar en lugar de esto por "elevar su objetivo de inflación, ya sea temporal o permanentemente. El ‘salto’ resultante en las expectativas de inflación presionarían los tipos de interés reales por debajo de cero". Asimismo, podría "iniciar otra ronda de QE".
De hecho, para estos expertos las compras de activos tienen más sentido en Estados Unidos "porque los bancos son una parte relativamente pequeña del sistema financiero". Las cifras hablan por sí solas: al otro lado del Atlántico los activos bancarios son menos del 70% del PIB, frente al 300% de Francia y Reino Unido, o al 250% de Alemania.
"Sin embargo, en Estados Unidos donde el mercado de bonos está mucho más desarrollado y las entidades juegan un papel menor en la intermediación de crédito, un QE adicional proporcionaría mayor impulso a la actividad económica", concluyen.
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