Esperanza en la renta variable

Los temores en torno al Brexit y la crisis bancaria italiana parecen haber quedado muy atrás. Los principales bancos centrales del mundo han reforzado sus posturas acomodaticias y el crecimiento económico está mejorando, en particular en Europa, a la vez que las presiones inflacionistas siguen siendo tímidas y factores de riesgo, tales como las elecciones estadounidenses y el referéndum italiano, quedan todavía muy lejos. Además, los inversores se mantuvieron muy bajistas durante demasiado tiempo y permanecieron al margen mientras los mercados iban subiendo. Ahora muchos se están percatando, al fin, de que el mundo no es tan lúgubre como lo era a comienzos de año y se apresuran hacia los activos de riesgo mientras la orquesta siga tocando. Durante este repunte del mercado, hemos adoptado la postura correcta adecuando, por ejemplo, nuestra preferencia de riesgo muy a tiempo. Por tanto, hemos tomado la difícil decisión de salir una vez más a la pista de baile antes de despedirnos del convite.

Nuestra visión se basa en que, aunque la actividad económica está mejorando, no tendrá suficiente fuerza para desatar el temor a una subida de tipos en Estados Unidos, por lo menos a muy corto plazo. Además, los indicadores técnicos de los principales mercados de renta variable sugieren que se dan todos los ingredientes para nuevas ganancias, lo que significa que incluso los inversores más cautos han empezado a mostrar algo de codicia. Por ende, no es nada descabellado que este entorno complaciente y casi insólito dure algo más. Por tanto, vamos a mantener nuestra puntuación de riesgo en una preferencia leve. En cuanto a la duración, nuestra postura negativa también permanece intacta. Aunque no nos preocupan demasiado los mercados de bonos, es difícil encontrarlos atractivos con los actuales niveles de rentabilidad.

En concreto, no hemos cambiado nuestra visión de la renta variable en lo que respecta a sus valoraciones. La revalorización de la renta variable se ha visto acompañada de una caída de las rentabilidades de la renta fija, mientras que los beneficios empresariales se mantuvieron flojos. Por este motivo, la prima de riesgo de la renta variable permanece en niveles prácticamente idénticos. El lado bueno es que estamos apreciando los primeros signos de mejora en materia de beneficios empresariales. Aunque el crecimiento de los beneficios ha permanecido negativo en todos los mercados occidentales a lo largo del año, los beneficios obtenidos han las expectativas de los analistas. Es claramente alentador y, considerando los niveles de partida, bien podríamos ver un crecimiento interanual de beneficios positivo desde finales de otoño a esta parte. Aun así, por lo que respecta a los mercados desarrollados, los analistas no han alterado su pronóstico por ahora. En los emergentes, sin embargo, las revisiones de beneficios ya han pasado a ser positivas. Esto sólo había sucedido unas pocas veces desde 2010 y ofrece una coyuntura con unos fundamentales muy positivos para la actual temática de la renta variable emergente impulsada por factores macroeconómicos.

Dentro de la renta variable, los dos cambios más importantes en cuanto a valoración fueron una revisión a la baja de la estadounidense y una al alza de la británica. El hecho de que la renta variable estadounidense haya sido el mercado desarrollado "por defecto" desde el referéndum sobre el Brexit es preocupante. Las volatilidades implícitas han permanecido en mínimos históricos la mayor parte de los dos últimos meses y sugieren no poca complacencia en el mercado. Además, dos de los tres posibles factores de riesgo que podrían mermar la confianza del mercado antes de fines de año tienen que ver con Estados Unidos (la Fed y las elecciones presidenciales). Por lo que respecta al Reino Unido, ya destacamos la mejora del atractivo relativo de algunas partes del mercado el mes pasado, y en particular ofrecen valor las constructoras de viviendas, las acciones relacionadas con la construcción y los servicios financieros. De acuerdo con ello, hemos revisado al alza nuestra postura respecto al mercado.

Habida cuenta de las fortísimas ganancias de la deuda corporativa de alta calidad y en la de alto rendimiento a lo largo del verano, rebajamos ambos segmentos un escalón y dejamos la deuda pública emergente en divisa local en una preferencia leve. Dentro de la deuda corporativa de alta calidad crediticia, la estadounidense y la británica parecen algo más atractivas que la europea. En lo que respecta a los bonos de alto rendimiento, el segmento de corta duración estadounidense resulta sugerente en este momento. No obstante, el segmento de más corto plazo de la deuda de alto rendimiento estadounidense tiene una mayor proporción de emisores de menor calidad que el resto del mercado, por lo que entraña un mayor grado de riesgo de crédito. En un escenario levemente positivo para la economía estadounidense, sumado al desvanecimiento del temor al riesgo de incumplimiento, este segmento ofrece un buen retorno con un potencial de mayor compresión de los diferenciales. Además, dada su escasa duración, este segmento del mercado estadounidense de alto rendimiento podría mostrarse bastante defensivo en caso de que la Fed decidiera subir los tipos inesperadamente. La deuda pública occidental está cara de forma generalizada, incluso muy cara la británica y la alemana hoy por hoy, y la deuda emergente en divisa fuerte sigue perdiendo aliciente.

Hartwig Kos, viceCIO y co-responsable de multiactivos de SYZ AM

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