Se ha tomado su tiempo, pero la renta variable europea recupera el atractivo que le faltaba para gran parte de los analistas. Y lo hace porque con la incertidumbre de Estados Unidos y el rumbo político que va a llevar tiene más que ganar que perder. Eso, sumándole que las perspectivas económicas son halagüeñas y que los fantasmas de los populismos se han desvanecido temporalmente. En la agenda más reciente, tal y como explican los analistas de Renta 4, Trump renegociará a partir del 16 de agosto las condiciones del NAFTA y en caso de no conseguir una mejora de las mismas amenazas con retirarse del acuerdo comercial con México y Canadá. A esto se añaden nuevos obstáculos para aprobar la reforma sanitaria (aún no tienen los 50 votos necesarios para sacarla adelante), y todo ello “está pesando sobre el dólar que se deprecia hasta niveles superiores a 1,15 USD/Eur, acumulando una caída del 10% en 2017”. El telón de fondo está bastante claro. En opinión de Borja Astarloa, de la División de Banca Privada de JP Morgan «la economía europea está creciendo y los inversores están adquiriendo más confianza en la capacidad de las empresas europeas para impulsar la rentabilidad y el valor para los accionistas”. Los gestores de fondos esperan que el crecimiento global y los beneficios empresariales sean robustos durante los próximos 12 meses; además, los flujos de inversión hacia Europa “han repuntado este año”. De hecho, las cifras publicadas en mayo por Eurostat revelan que el PIB de la zona euro aumentó a una tasa anualizada del 2% en el primer trimestre, “lo que representa un ritmo de crecimiento más rápido frente al 0,7% de Estados Unidos”. El equipo estratega de Citi expone que los fundamentales, los miedos y los flujos, precisamente, impulsaron las carencias que hubo en el verano de 2016 y las dislocaciones de precios raramente vistas en los últimos 30 años. Por tanto, ahora se “han normalizado algo”, por lo que se puede “encontrar valor en este entorno”.
hemeroteca