Desde Barcelona, Aistech Space mira al planeta de una forma diferente: a través del calor. Sus satélites térmicos capturan datos clave para industrias, gobiernos y organizaciones internacionales. Su misión: convertir la temperatura en una herramienta de análisis global.
Fundada en 2013 por Carles Franquesa y Guillermo Valenzuela, la compañía ha pasado de ser una startup con mirada ambiciosa a convertirse en una empresa estratégica reconocida por el Centro para el Desarrollo Tecnológico e Industrial (CDTI).
Este respaldo institucional, enmarcado en el programa Innvierte, no es simbólico. El CDTI se ha comprometido a coinvertir hasta 22,5 millones de euros en su próxima ronda de financiación, Serie B. Una señal clara de confianza en el futuro del espacio «made in Spain».
El respaldo llega tras una trayectoria en constante ascenso. En apenas tres años, Aistech ha multiplicado por diez su facturación, pasando de 230.000 euros en 2022 a 2,3 millones en 2024. En 2025 prevén alcanzar los 3,5 millones. Y aseguran: «El crecimiento será exponencial».
Su tecnología tiene aplicaciones reales, y no solo en el espacio. Las imágenes térmicas sirven para monitorear la eficiencia energética de plantas como la refinería de Chevron en EE. UU., detectar tráfico marítimo ilegal en zonas críticas como el Estrecho de Ormuz o incluso prevenir incendios forestales.
Con tres satélites lanzados (el primero en 2018 con SpaceX), la empresa está desarrollando una segunda generación de telescopios que mejora la sensibilidad térmica de 1 grado a 0,1 grados de diferencia. Una precisión que abre nuevas posibilidades para sectores como la agricultura, la gestión del agua o la protección ambiental.
Aistech también forma parte del proyecto europeo AI4COPSEC, en el que trabaja con la ESA para reforzar el servicio de seguridad de Copernicus, integrando inteligencia artificial y modelos predictivos en el análisis térmico satelital.
Sus clientes incluyen a pesos pesados como la NASA, la Agencia Espacial de Canadá y la propia ESA. Un logro que no ocultan: «Si eres capaz de venderle a la ESA, eres capaz de venderle a cualquiera», asegura Valenzuela.
El equipo crece a la par que los datos. Hoy son 26 personas de múltiples nacionalidades —por eso el idioma de la oficina es el inglés— y este año esperan llegar a 40 trabajadores. Buscan perfiles técnicos con formación aeroespacial, electrónica o física.
El camino no ha sido fácil. La pandemia obligó a cerrar laboratorios y adaptarse al teletrabajo en pleno momento de expansión. Además, la inversión en I+D inicial fue fuerte, y ahora toca convertir desarrollo en rentabilidad.
Con todo, Aistech sigue mirando al cielo con los pies en la Tierra. Convertida ya en referente europeo de observación térmica, su reto ahora es consolidar su constelación de satélites, escalar su modelo de negocio y demostrar que desde una oficina en Barcelona también se puede vigilar el planeta entero.