Este 1 de agosto estaba prevista la entrada en vigor de los aranceles que Donald Trump anunció durante su toma de posesión el pasado mes de enero y que ha acaparado buena parte de la actualidad económica internacional.
Se aplicarán finalmente desde el 7 de agosto, tras una prórroga de seis días para facilitar la transición en las aduanas estadounidenses, después de que la Casa Blanca publicara dos órdenes ejecutivas que redibujan el panorama arancelario global.
El nuevo marco de aranceles establece un mínimo del 15 % para aquellos países con los que Estados Unidos mantiene una balanza comercial negativa, siempre que hayan alcanzado un acuerdo antes del cierre del plazo.
Este grupo incluye a más de 40 países, entre ellos Costa Rica, Ecuador, Venezuela o Bolivia. En cambio, las naciones con superávit frente a Estados Unidos, es decir, aquellas a las que Washington exporta más de lo que importa, se beneficiarán de una tarifa base del 10 %.
El reajuste ha traído alivios significativos para numerosos países, que han visto cómo los porcentajes anunciados en abril se reducen notablemente.
Es el caso de Camboya, que pasa del 49 % al 19 %, Lesotho, que baja del 50 % al 15 %, o Vietnam, que se sitúa en el 20 % tras haber partido de un 46 %. Madagascar, con una rebaja del 47 % al 15 %, y la Unión Europea, que logró un acuerdo de última hora para situar sus exportaciones en un 15 %, también se cuentan entre los países beneficiados.
Reino Unido y Corea del Sur, por su parte, consolidaron sus posiciones con tarifas del 10 % y del 15 %, respectivamente.
Más del 30 % para quienes no firmaron un pacto
En el extremo opuesto se encuentran aquellos países que no cerraron un acuerdo comercial con Estados Unidos antes del vencimiento del plazo. En estos casos, la política arancelaria es mucho más severa, con gravámenes que superan el 30%.
Siria lidera el grupo de naciones más penalizadas, con un 41%, seguida de Laos y Myanmar, ambas con un 40%. Aunque estas cifras son más bajas que las contempladas en la lista inicial del 2 de abril, siguen reflejando una postura dura de Washington frente a estos mercados.
Les siguen países como Suiza, que afronta un 39%, Serbia con un 35% y Bosnia-Herzegovina, cuyo arancel quedó en el 30%.
Castigo ejemplar a Canadá y presión política a Brasil
Entre las medidas más controvertidas del nuevo paquete figura el caso de Canadá, a quien la Administración estadounidense ha dedicado una orden ejecutiva específica. Washington incrementará del 25 % al 35 % los aranceles a sus productos, aludiendo razones de seguridad nacional.
Según el Gobierno de Trump, Canadá ha fallado en su cooperación para frenar el tráfico de fentanilo y, además, habría respondido con represalias a los intentos de Estados Unidos por contener esta amenaza.
La medida excluye las exportaciones amparadas por el acuerdo T-MEC, pero supone un golpe importante para la economía canadiense, altamente dependiente del mercado estadounidense.
La política arancelaria también se ha utilizado como herramienta de presión en el caso de Brasil. A la tarifa general del 10 % que afecta a países con superávit se le añade un arancel adicional del 40 %, justificado en este caso como respuesta al juicio que afronta el expresidente Jair Bolsonaro.
La Casa Blanca entiende que este proceso afecta las relaciones entre ambos países y ha optado por una sanción económica para evidenciar su malestar.
México logra una prórroga y China mantiene el pacto temporal
A diferencia de la línea dura seguida con Canadá y Brasil, la Administración Trump ha decidido conceder a México una nueva prórroga de 90 días para aplicar los aranceles, después de una conversación directa con la presidenta Claudia Sheinbaum. La medida busca dar tiempo a un posible acuerdo bilateral y preservar la relación comercial entre ambos países.
En el frente asiático, el pacto temporal entre Estados Unidos y China sigue vigente. Según lo anunciado, Washington ha reducido sus aranceles del 145% al 30%, mientras que Pekín ha hecho lo propio, pasando del 125% al 10%.
El acuerdo también ha eliminado restricciones al comercio de bienes estratégicos como tierras raras y semiconductores. Aunque las negociaciones para un tratado definitivo continúan, ambas partes confían en lograr avances antes del 12 de agosto, fecha en la que expira la actual tregua comercial.
Gravamen especial para metales y control sobre transbordos
La política arancelaria incluye también gravámenes sectoriales específicos. El aluminio y el acero seguirán sujetos a un 50% de arancel, un nivel que ahora se extenderá a productos derivados del cobre.
Además, la Casa Blanca ha establecido una penalización del 40% para las mercancías que lleguen a Estados Unidos tras haber sido transbordadas en terceros países con condiciones comerciales más favorables.
Este mecanismo busca evitar prácticas de evasión arancelaria y refuerza el control sobre la cadena logística global. En el caso de Canadá, este recargo también se aplicará de forma directa, como parte del paquete de medidas adicionales.
Un mensaje económico con fuerte contenido político
La estrategia comercial de Trump se refuerza como un eje político de su campaña y de su visión de política exterior.
El propio presidente subrayó esta narrativa en Truth Social, donde ha afirmado: «Hace un año Estados Unidos era un país muerto, ahora es el más atractivo del mundo».
«Trump está restaurando la soberanía económica de Estados Unidos al reducir nuestra dependencia de países extranjeros», ha asegurado Karoline Leavitt, portavoz de la Casa Blanca.