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Cambiar de CEO no es solo un cambio de firma en los correos. Es una operación a corazón abierto en la cultura, estrategia y narrativa pública de una compañía. Y no, no se improvisa. Un relevo bien hecho se cocina a fuego lento y con método.
Relevo preparado
Las grandes empresas lo saben: si el liderazgo se tambalea, el mercado lo nota. Por eso los relevos se trabajan desde dentro, con una mezcla de planificación fría y entrenamiento real. Tres casos lo explican con claridad: cuando el cambio se prepara bien, se convierte en una ventaja competitiva.
JPMorgan: el liderazgo como plan a largo plazo
Jamie Dimon sigue al frente, pero no para siempre. JPMorgan lleva años diseñando el relevo como si fuera una estrategia de inversión. La clave: construir un banco de talento interno tan fuerte como sus activos financieros.

Nombres como Marianne Lake o Jennifer Piepszak no aparecieron de la nada. Han rotado por áreas clave y han sido expuestas al escrutinio público, como si cada paso fuera parte de una audición ejecutiva.
Además, la entidad cuenta con un plan de emergencia preparado para activarse en caso de imprevistos. Cuando tu CEO se opera del corazón —como ocurrió con Dimon en 2020— no puedes permitirte una pausa operativa.
LVMH: sucesión con timing y narrativa
En el grupo de lujo más poderoso del planeta, el relevo se diseña con precisión quirúrgica. LVMH anunció en 2024 la incorporación de Cécile Cabanis como CFO adjunta. No fue casualidad, sino una jugada estratégica.
Cabanis trabaja junto a Jean-Jacques Guiony en un tándem visible, con tiempo suficiente para absorber la lógica interna y establecer su propio liderazgo. La intención: asegurar continuidad y renovar el relato corporativo.

El movimiento simboliza una nueva generación de líderes, sin romper con la elegancia y la herencia del grupo.
Berkshire Hathaway: Buffett no improvisa
El anuncio de Warren Buffett sobre su retirada no sorprendió a nadie. Greg Abel, su sucesor, llevaba años tomando decisiones clave y liderando divisiones dentro del conglomerado. Su liderazgo se había construido en silencio.

El mensaje es claro: la sucesión se gana con hechos, no con discursos. Buffett cedió espacio gradualmente, ajustando responsabilidades y validando públicamente a su sucesor. Una coreografía ejecutiva medida y sin errores.
Claves de una transición bien pensada
Tiempo y visión. No se trata de elegir un nombre, sino de diseñar un proceso con horizonte.
Talento interno. Rotación, exposición y empoderamiento real. Si no desarrollas líderes, compras problemas.
Transparencia. Comunicar el cambio con naturalidad, sin ruido ni rumores.
Simulación real. Dar a los sucesores decisiones clave antes del título. Aprender haciendo.
Relevar no es reemplazar
Un nuevo CEO no puede ser un calco del anterior. El contexto cambia, la empresa evoluciona y el liderazgo debe adaptarse. Las transiciones que funcionan son las que entienden que el relevo no es continuidad ciega, sino evolución con propósito.
El directivo saliente deja legado; el entrante, visión. Ambos forman parte del mismo motor. Las empresas que planifican su relevo no evitan crisis: construyen futuro. Porque cambiar de CEO no es perder el rumbo. Es renovar el motor sin apagar la marcha.