Todo empezó en un laboratorio del centro tecnológico IKERLAN en Gipuzkoa. Sus investigadores observaban la fatiga prematura de baterías de litio: tras varios ciclos de carga y descarga, las celdas se expanden y contraen, perdiendo eficacia. Esa deformación, silenciosa pero letal para la durabilidad, parecía un problema crónico del almacenamiento energético.
En 2023 decidieron actuar. Junto con el fondo de inversión BeAble Capital crearon la spin-off BattBelt. Su apuesta: no mejorar química ni térmica, sino la gestión mecánica de las baterías.
Comprensión ideal
Utilizan «materiales inteligentes superelásticos» que actúan como una carcasa adaptable. Esa carcasa mantiene la compresión ideal de las celdas, mitigando los efectos del vaivén de cada ciclo carga/descarga.
La idea, a priori sencilla, encierra una gran complejidad. En el primer año validaron el concepto en laboratorio. Ahora han dado un paso decisivo: BattBelt acaba de cerrar una ronda de inversión de 630.000 euros, liderada por BeAble Capital, con el objetivo de escalar industrialmente su tecnología.
Gracias a su sistema, las baterías pueden alargar hasta un 50% su vida útil, sin renunciar a densidad energética ni aumentar costes. Además, incorporan sensores que monitorizan su salud (estado de carga y estado general), lo que permite gestionar mejor su mantenimiento, optimizar ciclos de carga y planificar reemplazos solo cuando realmente sea necesario.
Redefiniendo el futuro
El impacto de BattBelt va más allá de alargar batería: podría redefinir cómo concebimos el almacenamiento eléctrico en movilidad, industria o edificios. Menos reemplazos prematuros significa menos residuos y menor coste por kilovatio hora.
Más ciclos útiles implican mayor autonomía real para vehículos eléctricos. Además, al extender la vida útil, la tecnología favorece un consumo más responsable.
BattBelt no quiere quedarse ahí. Su hoja de ruta apunta a lanzar productos comerciales hacia 2026, escalar producción, e incluso adaptar la tecnología a baterías de nueva generación, como las de estado sólido.
El reto es grande, pero la visión está clara: transformar la gestión de baterías desde dentro, devolviendo larga vida (y nueva eficiencia) a su núcleo.