Acuerdo entre BBVA y OpenAI Acuerdo entre BBVA y OpenAI

BBVA ha vendido su futuro digital a OpenAI, según Fernando Cocho, analista de inteligencia

El acuerdo entre BBVA y OpenAI reabre el debate sobre la soberanía digital europea y el control real de los datos.
Acuerdo entre BBVA y OpenAI :: BBVA

El anuncio de la alianza estratégica entre BBVA y OpenAI se presentó como un salto cualitativo en eficiencia, productividad e innovación bancaria.

Bajo esa narrativa tecnológica emerge un debate de mayor calado: qué implica este acuerdo para la soberanía digital europea y quién controla, de facto, los datos financieros de millones de ciudadanos.

Apretón de manos entre Carlos Torres y Sam Altman
Apretón de manos entre Carlos Torres y Sam Altman :: BBVA

El banco habla de transformación, automatización y nuevas capacidades internas. El problema no es el uso de inteligencia artificial, sino la dependencia estructural de una infraestructura tecnológica situada fuera del marco jurídico europeo.

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La dependencia tecnológica europea

«Europa jamás ha tenido control sobre su futuro digital», afirma Fernando Cocho, analista de inteligencia. «Existe una dependencia tecnológica histórica de la anglosfera, de Israel y de otros países en sectores estratégicos como el bancario».

La alianza BBVA–OpenAI no rompe esa dinámica. La consolida. Y lo hace en uno de los ámbitos más sensibles: la información financiera, los patrones de comportamiento económico y la capacidad de anticipación sobre empresas, ciudadanos y Estados.

Uno de los puntos más críticos del acuerdo es el marco legal bajo el que opera OpenAI. «Al confiar en OpenAI, BBVA pone en riesgo la potencia bancaria española», sostiene Cocho.

«La mayoría de los activos financieros de estas compañías están fuera del país, y el secreto bancario propio deja de existir para pasar a manos de Estados Unidos bajo la ley Homeland Security, que obliga legalmente a entregar los datos a sus gobernantes».

No se trata de una hipótesis futurista. Es un riesgo normativo real, con implicaciones directas para clientes, accionistas, la Agencia Tributaria Española y otras entidades financieras que intercambian información con el banco.

¿Bruselas como muro de contención?

La reacción institucional europea, lejos de actuar como freno, parece inexistente. «Bruselas no se va a enfadar», asegura Cocho. «Está comprada por Estados Unidos.

Sede de la Comisión Europea
Sede de la Comisión Europea :: CE

La dependencia tecnológica europea está financiada y apadrinada por la propia Bruselas, que en los últimos diez años no ha demostrado interés real en proteger la información de sus ciudadanos».

El acuerdo, por tanto, no genera fricción política, porque no hay una alternativa tecnológica europea sólida ni voluntad de confrontación estratégica.

¿Estrategia real o maquillaje institucional?

BBVA defiende el acuerdo como una palanca de eficiencia. El analista introduce otra lectura: «Aunque puede ser un avance operativo, representa un riesgo por la entrega de datos a un tercero fuera de la legislación española».

Y añade: «No sé si es una maniobra de maquillaje institucional, pero el peligro normativo es evidente».

Imagen del edificio de BBVA
Imagen del edificio de BBVA :: BBVA

La sospecha de campaña de maquillaje de gestión sobrevuela el relato corporativo: modernización hacia fuera, dependencia hacia dentro.

El campeón europeo que nunca llegó

La alternativa, en teoría, existía. «Europa debería haber generado un núcleo de empresas y clústeres propios mediante inversión tecnológica constante», explica Cocho. «Pero ese esfuerzo tendría frutos en cinco o seis años, y Europa llega tarde».

Ni siquiera proyectos como Mistral cambian el escenario a corto plazo. «No hay solución en menos de cinco años. Europa siempre dependerá de Estados Unidos. Es imposible coordinar países donde todos quieren mandar y otros bloquean acuerdos desde posiciones soberanistas».

Un futuro digital subcontratado

La conclusión del analista es tajante: «BBVA no ha subcontratado su futuro digital. Lo ha vendido directamente». Y remata: «Europa no pinta nada en la geopolítica actual. Se ha producido una nueva pérdida de soberanía».

La metáfora final resume el fondo del debate: entregar la infraestructura digital de un banco nacional a una potencia extranjera equivale a entregar las llaves de la caja fuerte. El banco sigue operando en la misma calle, pero el poder real ya no está dentro.

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