Catalyxx, la scaleup española especializada en bioalcoholes de segunda generación, acaba de lograr un respaldo decisivo para su crecimiento: el Banco Europeo de Inversiones (BEI) ha preaprobado una financiación de 37 millones de euros para construir su primera planta industrial a gran escala en Francia.
Con este paso, la compañía fundada en 2017 en La Rinconada (Sevilla) consolida su posición como uno de los actores más prometedores de la nueva bioindustria europea.
Su tecnología, desarrollada y patentada en España, transforma bioetanol en biobutanol, biohexanol, biooctanol y biodecanol, todos ellos productos clave para aplicaciones en cosmética, pinturas, adhesivos y combustibles sostenibles para la aviación (SAF).
Una apuesta estratégica del BEI
La operación no es menor: forma parte del programa InnovFin de financiación climática del BEI, diseñado para escalar tecnologías limpias en sectores intensivos en carbono.
La validación de la planta de Catalyxx implica no solo una inversión financiera, sino también un respaldo institucional a su modelo de negocio: una tecnología catalítica capaz de ofrecer productos químicos renovables con huella de carbono negativa y precios competitivos frente a los derivados fósiles.
Antes de formalizar la financiación, la compañía tendrá que superar en septiembre una due diligence técnica que se celebrará en Sevilla. Todo indica que será un trámite, dado el interés que ha generado la compañía tanto en el ecosistema financiero como en el industrial.
La empresa, en el último año, ha recaudado más de 18 millones de euros, incluyendo una ronda de tres millones liderada por Axon Partners Group, que ya ha invertido en otras tecnologías limpias de base científica.
Catalyxx ha ido tejiendo alianzas industriales y ahora trabaja con compradores locales franceses para garantizar la logística y comercialización de sus productos. El objetivo: reducir la huella de transporte y maximizar la trazabilidad del proceso, dos exigencias clave en los estándares europeos de economía circular.
En plena carrera por la descarbonización, Catalyxx se convierte en un caso de estudio sobre cómo escalar la bioeconomía desde el sur de Europa con ambición global. Su próxima meta: poner en marcha la planta en Francia en 2026 y demostrar que el futuro de la química puede escribirse sin petróleo.