En el mundo corporativo, las decisiones estratégicas determinan la supervivencia o el éxito a largo plazo. Una de las más trascendentales es decidir qué unidades de negocio mantener, cerrar, vender o expandir.
No basta con observar la rentabilidad inmediata: entran en juego la visión de futuro, las condiciones del mercado, la presión competitiva y las tendencias económicas.
Factores clave en la toma de decisiones
El primer elemento a valorar es la rentabilidad. Cuando una unidad pierde dinero de forma constante o no genera el retorno esperado, se convierte en candidata para el cierre o la venta.
Otro factor es la alineación con la estrategia corporativa. Una división que no encaja con la misión a largo plazo puede suponer un lastre, como ocurre en empresas orientadas a la sostenibilidad que deciden desprenderse de negocios dependientes de tecnologías contaminantes.
También cuentan las condiciones del mercado. Una desaceleración prolongada, cambios en la demanda o la irrupción de nuevas tecnologías obligan a ajustar la cartera. A ello se suma la presión competitiva: cuando una unidad carece de potencial para competir eficazmente, se reduce su presencia o se vende.
El ejemplo de las grandes corporaciones
General Electric es un ejemplo de cómo estas decisiones afectan a la compañía. La multinacional vendió su histórica división de electrodomésticos a Haier en 2016 para centrarse en energía renovable y aviación.

IBM siguió un camino similar. Tras décadas liderando el mercado de hardware, en 2005 vendió su negocio de ordenadores personales a Lenovo. La operación permitió concentrarse en software y servicios de consultoría, áreas más rentables y con proyección de crecimiento.
Danone en 2022 anunció la revisión de más de 30 marcas y líneas de negocio con bajo rendimiento. El grupo francés decidió desprenderse de divisiones que no encajaban con su estrategia de salud y nutrición, priorizando categorías de crecimiento como lácteos de alto valor añadido y productos vegetales. Esta reestructuración le permitió mejorar márgenes y centrar recursos en áreas alineadas con su visión de futuro.
En el sector energético, Repsol ha seguido una lógica similar. En los últimos años ha reducido su exposición a negocios intensivos en carbono y ha impulsado inversiones en renovables y movilidad eléctrica.
También Nestlé ha llevado a cabo movimientos estratégicos de desinversión. En 2018 se desprendió de su negocio de confitería en Estados Unidos para concentrarse en categorías con mayor proyección como café, nutrición infantil y alimentos para mascotas.
La compañía helvética reforzó así su liderazgo en segmentos con mayor rentabilidad y potencial de crecimiento global y abrió nuevas fábricas para centrarse en sus unidades core.
¿Qué tener en cuenta?
Antes de actuar, conviene realizar un análisis exhaustivo del rendimiento financiero y de mercado. También evaluar las sinergias entre divisiones, priorizando aquellas que aporten valor al conjunto.
El enfoque debe ser de largo plazo: a veces cerrar una unidad hoy permite reinvertir en otra con mayor potencial mañana. Además, resulta clave consultar a expertos y stakeholders para anticipar impactos en empleados, clientes e inversores.
Finalmente, las compañías deben estar abiertas a nuevas tendencias y tecnologías, incluso si ello implica abandonar áreas sin futuro. Adaptarse es esencial para seguir siendo competitivos.

Decisión con visión de futuro
Decidir qué unidades de negocio cerrar, vender o expandir es una de las decisiones más difíciles y cruciales que enfrentan las grandes empresas. Implica un análisis minucioso de la rentabilidad, las tendencias del mercado, la competencia y la visión a largo plazo de la corporación.
Sin embargo, cuando se hace correctamente, estas decisiones pueden posicionar a la empresa para un futuro más rentable y exitoso.
Las empresas deben ser proactivas y estratégicas, y en algunos casos, audaces, al enfrentar estos momentos de cambio. Con un enfoque reflexivo y bien informado, pueden asegurarse de que sus recursos estén invertidos en las áreas con el mayor potencial de crecimiento y rentabilidad.
No hay una única fórmula para decidir el destino de una unidad de negocio, pero hay principios fundamentales que, si se aplican correctamente, pueden ayudar a las empresas a tomar decisiones inteligentes y a largo plazo.
