El llamado “hard landing” de China o aterrizaje forzoso vuelve a copar las primeras líneas de los titulares en el entorno de los mercados. Hace más de un año la devaluación del yuan y la posibilidad de que la economía de gigante asiático se ralentizara produjo absolutas convulsiones en la renta variable mundial. Agitaciones que luego quedaron olvidadas a medida que se iban conociendo nuevos datos macroeconómicos. Ahora parece que vuelve a reaparecer el fantasma de la incertidumbre de la economía china con el último cambio por parte de la agencia de calificación norteamericana. “El recorte refleja las proyecciones de Moody’s de que la solidez financiera de China quede erosionada de alguna forma en los próximos años, a medida que la deuda continua creciendo mientras que el crecimiento potencial se desacelera”, explicó a través de un comunicado. «Aunque las reformas en marcha probablemente logren transformar la economía y el sistema financiero a tiempo, no es probable que logren evitar un aumento material de la enorme deuda de la economía», añadió Moody’s. Por tanto, las dudas están en si se producirá de nuevo un terremoto que puede alcanzar a la economía mundial sobre todo por los temores a que la expansión del crédito en el país pueda sufrir un colapso. Y es que después de la crisis financiera, el crecimiento económico de China se ha basado en el crédito y la inversión conducidos por una política monetaria acomodaticia. Como resultado, la deuda total de China aumentó del 145% del PIB en 2007 a casi 260% del PIB a finales de 2016, lo cual generó estrés en el sistema bancario nacional y la disminución de la eficiencia de las inversiones. La deuda de China sigue creciendo a un ritmo acelerado (13% interanual en 2016), aunque a un ritmo decreciente. Mientras, el ratio de morosidad alcanzó 1,8 en 2016, frente al 1 de 2012. 
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