Cada vez más, el 1 de septiembre se identifica con el comienzo de un año. Para muchos, las vacaciones no han servido para recargar del todo las pilas y la vuelta a la rutina laboral supone una cuesta arriba.
Según Hays, el 38% de los profesionales reconoce sentirse desmotivado en la vuelta al trabajo y un 37% admite que necesita varios días para recuperar el ritmo. El llamado síndrome postvacacional no es un mito, es una realidad que afecta a la motivación y a la productividad.
Síntomas reconocibles
No se trata de una enfermedad, pero sí de un estado anímico con síntomas reconocibles: falta de energía, dificultad de concentración, irritabilidad o sensación de tristeza.
El problema se intensifica en determinados perfiles: jóvenes millennials y centennials, que valoran más la flexibilidad, y trabajadores en contratos temporales o de prueba, que sienten la presión de demostrar resultados desde el primer día.
A ello se suma un factor cada vez más común: la hiperconectividad digital. Muchos profesionales confiesan que no logran desconectar durante las vacaciones, lo que agrava la fatiga en la vuelta.
Esta sensación puede durar unos días, pero si no se gestiona bien, puede alargarse e impactar negativamente en la productividad y en el clima laboral.
El papel de la empresa
Ante esta situación, las compañías pueden ser catalizadores y ayudar a que esa sensación del empleado sea transitoria. Septiembre es un buen momento para organizar un team building que combine la parte lúdica y laboral para suavizar el aterrizaje.
También mantener el teletrabajo o las jornadas intensivas durante unos días ayuda a la conciliación, especialmente en aquellos con niños en edad escolar, y reduce la ansiedad de los colaboradores.
En líneas generales, los expertos en psicología laboral recomiendan establecer cinco claves para reducir el síndrome postvacacional en la oficina.
- Flexibilizar la reincorporación. El primer día debe ser de aterrizaje. Evitar reuniones maratonianas y sobrecarga de proyectos ayuda a que el trabajador retome el ritmo..
- Fomentar espacios de conversación. Crear momentos para compartir experiencias de vacaciones mejora el clima de equipo y genera un entorno más distendido.
- Planificar gradualmente la carga de trabajo. No concentrar tareas críticas en la primera semana y dar margen para que cada persona organice prioridades.
- Promover desconexión real. Las empresas deben legitimar el derecho a descansar en vacaciones. No debería interpretarse como falta de compromiso, sino como inversión en bienestar.
- Motivar con objetivos claros. Marcar retos pequeños y reconocibles en las primeras semanas facilita que el empleado recupere confianza y ganas de avanzar.
Septiembre: mes vital para retener el talento
El regreso tras las vacaciones también es un momento de reflexión. Para muchos profesionales, septiembre actúa como un «nuevo enero», un mes en el que se cuestionan su futuro laboral.
Si la vuelta genera rechazo, probablemente existía una desconexión más profunda entre el trabajador y la empresa. En este contexto, cuidar el bienestar no es solo un gesto, sino una estrategia para retener y fidelizar talento.
Las cifras hablan claro: la baja motivación laboral es la principal causa de malestar tras el verano (49%), seguida por la falta de desconexión durante las vacaciones (20%) y la presión por rendir desde el primer momento (20%).
De hecho, un estudio de la Universidad de Warwick señala que un trabajador feliz y con energía es un 12% más productivo y un 31% más eficiente.
Para las empresas, la clave está en no ignorar este fenómeno, sino en convertirlo en una oportunidad para reforzar la motivación y el compromiso.