En los últimos tiempos, las empresas se han visto obligadas a enfrentarse a un fenómeno laboral más sutil que el burnout y menos visible que la «renuncia silenciosa»: el quiet quitting.
No se trata de una despedida dramática, sino del arte de hacer lo mínimo en el trabajo mientras se mantiene la apariencia de compromiso.
Como sucede con cualquier fenómeno corporativo, el quiet quitting es complejo y, en ocasiones, inevitable. En términos simples, ocurre cuando un empleado hace lo justo para no ser despedido.
¿Qué es el quiet quitting?
El quiet quitting no es nuevo, aunque se ha hecho viral gracias a su difusión en redes como TikTok. En esencia, describe la actitud de quienes cumplen únicamente con su descripción de funciones, sin aportar tiempo extra ni asumir proyectos adicionales. No supone abandonar el puesto, sino renunciar a la idea de «dar más de lo esperado».
Causas principales
El fenómeno no responde por si solo a la falta de compromiso individual. Normalmente, se produce después de un tiempo en la empresa con un compromiso máximo. Los expertos señalan factores estructurales que lo explican:
- Sobrecarga y agotamiento. Jornadas extensas, presión continua y ausencia de descansos generan desconexión.
- Falta de reconocimiento. Sin recompensas, ascensos ni oportunidades de crecimiento, el esfuerzo adicional se percibe inútil.
- Liderazgo débil. Instrucciones contradictorias y dirección ausente alimentan el desinterés.
- Pérdida de propósito. La falta de un objetivo claro reduce el compromiso y facilita la desconexión emocional.
Estrategias para evitarlo
Las empresas disponen de herramientas para reducir el impacto del quiet quitting y fortalecer la motivación interna:
- Reconocer y recompensar el esfuerzo. El reconocimiento debe ser constante y auténtico, no limitado a un bono anual.
- Flexibilidad real. Políticas efectivas de conciliación y opciones de trabajo remoto ayudan a retener talento.
- Crecimiento profesional. La formación continua y la promoción interna refuerzan el compromiso a largo plazo.
- Escucha activa. Canales de comunicación genuinos evitan la desconexión del equipo.
- Propósito compartido. Un objetivo claro y común es clave para sostener la motivación.
El quiet quitting no constituye una epidemia, sino una señal de alerta sobre las condiciones de trabajo. Más que culpar al empleado, las organizaciones deben analizar sus prácticas y crear entornos donde el empleo no sea solo una transacción, sino una oportunidad de crecimiento, conexión y propósito.
Cuando un equipo deja de «hacer lo mínimo» y encuentra razones para ir más allá, las empresas no solo retienen talento: también fortalecen su cultura.