El auge de las criptomonedas puede poner en peligro la posición internacional del euro, según el Banco Central Europeo (BCE). Por eso, la institución insiste en el desarrollo urgente del euro digital como escudo estratégico frente a un entorno global más competitivo.
En 2024, el euro cerró con una cuota del 20% en las reservas internacionales a tipos de cambio constante, sin apenas cambios desde el inicio de la guerra en Ucrania. El dólar, en cambio, bajó hasta el 57,8%, lo que consolida una tendencia a la baja de más de una década.
Según el BCE, el atractivo del euro se sostiene gracias a un entorno institucional sólido. «El estado de derecho es esencial para mantener la confianza global en el euro», afirmó Christine Lagarde, presidenta del organismo.
Criptomonedas, el nuevo frente monetario
El informe anual del BCE identifica a las criptomonedas como un potencial factor de erosión del uso internacional del euro. De momento no hay señales de impacto real, pero la entidad alerta sobre los riesgos si no se actúa con rapidez.
Una parte clave de su estrategia pasa por profundizar la integración financiera en la UE, eliminando barreras entre países y fortaleciendo la infraestructura de pagos. Aquí entra el euro digital.
Estados Unidos se mueve rápido. El informe subraya que el nuevo Gobierno estadounidense ha lanzado medidas para reforzar la presencia global del dólar mediante criptoactivos:
- Creación de una reserva estratégica de bitcoin con 17.000 millones de dólares incautados.
- Posibilidad de sumar otros activos digitales.
- Apoyo a las stablecoins respaldadas por dólares, que concentran el 99% del mercado de criptomonedas estables.
Estas stablecoins ya sostienen 150.000 millones de dólares en deuda soberana de EE.UU., lo que las convierte en agentes influyentes del sistema financiero.
«El euro digital contribuiría a la seguridad económica de Europa y fortalecería su papel global», explicó Piero Cipollone, del comité ejecutivo del BCE. La entidad subraya que un sistema financiero más integrado permitiría mayor liquidez y competitividad, elementos esenciales para consolidar el euro como moneda de reserva.
En un entorno donde la competencia monetaria trasciende la economía, el BCE apuesta por una estrategia que combine tecnología, regulación e integración institucional.