El teléfono que Donald Trump promocionó como un ejemplo de «producción nacional con valores americanos» ya no incluye ninguna referencia a su supuesta fabricación en Estados Unidos.
La empresa detrás del dispositivo ha retirado esa mención tras confirmarse que el ensamblaje del smartphone se realiza en China. La noticia, revelada en medios estadounidenses, ha provocado una fuerte polémica por el mensaje contradictorio que transmite el producto.
De símbolo patriótico a producto globalizado
Trump es uno de los grandes defensores del Made in USA. En ese contexto, anunciar un teléfono móvil nacionalista era una extensión natural de su discurso. El dispositivo, conocido como Freedom Phone, fue presentado como una alternativa tecnológica alineada con sus ideas, destinada a quienes rechazan los productos de Silicon Valley por motivos ideológicos.
Sin embargo, los detalles técnicos desmontan esa narrativa. Expertos han confirmado que el teléfono se fabrica con componentes estándar procedentes de Asia, y que su ensamblaje final se realiza en fábricas chinas. La retirada de la etiqueta «fabricado en EE.UU.» de la web oficial refuerza la evidencia de que no cumple con los requisitos básicos de origen nacional.
El caso muestra la dificultad de lanzar al mercado un dispositivo tecnológico completamente estadounidense.
La cadena global de suministro en la industria electrónica está dominada por países asiáticos, desde los semiconductores taiwaneses hasta las pantallas coreanas y los ensamblajes chinos. Incluso gigantes como Apple dependen de ese sistema para mantener precios competitivos y volumen de producción.
Intentar una producción íntegra en EE.UU. implicaría costes muy elevados y plazos inviables. Por ello, muchas marcas recurren a una narrativa de branding basada en valores nacionales, aunque no se corresponda con la realidad de la fabricación. En este caso, la contradicción ha generado una tormenta reputacional.
Publicidad, transparencia y credibilidad
La historia del Freedom Phone reabre un debate clave: ¿hasta qué punto se puede construir una marca sobre afirmaciones que luego no se sostienen? En sectores tan sensibles como la tecnología, la confianza del consumidor depende en gran parte de la coherencia entre discurso y realidad.
«Cuando una marca se apoya en valores como la soberanía tecnológica o el orgullo nacional, debe estar preparada para demostrarlo con hechos», han señalado expertos del sector. La transparencia en los procesos de producción se convierte en una exigencia estratégica en mercados saturados y polarizados.