No hace falta un vuelo ni una maleta para explorar lugares nuevos. A veces basta con ponerse unas zapatillas. Correr —cuando se hace con la mente abierta— puede ser una forma de cartografiar el mundo que nos rodea. Cada ruta es una mirada distinta al paisaje, a la ciudad, a uno mismo.
En esta edición de Out of Office no proponemos huir de nada. Ya os recomendamos planes para escapar del calor, escapar de tu jefe, escapar de excel, escapar, escapar, escapar. Esta vez es al contrario: proponemos salir a correr para mirar, para conocer, para reconectar con el lugar donde vives o al que acabas de llegar. Como si cada kilómetro fuese una forma de lectura —del entorno, de sus ritmos, de su historia—. Porque hay rutas que cuentan más que muchas guías.
1. El Retiro (Madrid): correr como si no estuvieras en Madrid
El Retiro es uno de esos sitios que todos conocen, pero pocos exploran bien. Lejos del bullicio del fin de semana, a primera hora de la mañana o tras la puesta de sol, este parque se transforma. El recorrido completo por su perímetro ofrece algo más de cuatro kilómetros entre árboles centenarios, esculturas románticas y el sonido de tus propias pisadas.
Para quienes trabajan por la zona de Atocha, Jerónimos o el barrio de Salamanca, es un afterwork perfecto. Bonus: si sales por la puerta de O’Donnell, puedes terminar en alguna cafetería boutique o tomarte un zumo frío mirando cómo la ciudad empieza a llenarse otra vez de prisas… mientras tú ya has corrido por delante.

2. Parque Infanta Elena (Sevilla Este)
El Parque Infanta Elena es un espacio verde ubicado en el distrito Este de Sevilla, ideal para corredores que buscan una ruta tranquila y sombreada. Con una extensión de aproximadamente 2,8 km., ofrece caminos amplios y bien cuidados, rodeados de vegetación que proporcionan frescor incluso en los días calurosos. Es un lugar perfecto para entrenamientos suaves o para quienes deseen disfrutar de una carrera matutina en un entorno natural.

3. Vía Verde de Ojos Negros (Valencia – Teruel): una ruta de fin de semana con alma de retiro
Es la vía verde más larga de España —más de 160 km—, pero no hace falta correrla entera para disfrutarla. El tramo que une Barracas con Navajas (unos 22 km) es uno de los más accesibles y espectaculares. Paisaje de media montaña, antiguos túneles ferroviarios, viaductos con vistas y una calma que reconcilia con todo.
Ideal para quienes quieren combinar running y escapada rural. Puedes quedarte en un alojamiento con encanto, madrugar y hacer una tirada larga entre pinos y viento limpio. Lo bueno: cero coches. Lo mejor: desconectas incluso del móvil. A veces, modo avión también es parte del entrenamiento.

4. Paseo de La Concha (San Sebastián): el placer de correr al borde del mar
San Sebastián tiene uno de los paseos marítimos más bonitos de Europa, y correrlo de punta a punta (Playa de Ondarreta hasta el Kursaal) se siente como formar parte de una postal en movimiento. El recorrido es llano, cómodo y fresco incluso en verano.
Es fácil olvidar que estás haciendo ejercicio cuando ves el mar al fondo, el Monte Urgull al lado y la ciudad encendiendo sus luces. Si te alojas o trabajas cerca, es una manera elegante de empezar o terminar el día. Y si el running no basta, siempre puedes subir al Monte Igueldo y coronarte con unas vistas épicas (o una tarta de queso en el puerto, según el tipo de recompensa que prefieras).

5. Monte do Gozo (Santiago de Compostela): correr como peregrino sin mochila
A solo cinco kilómetros del centro de Santiago, el Monte do Gozo es mucho más que una cima simbólica. Aquí, los peregrinos ven por primera vez las torres de la Catedral. Correr por esta zona es correr con historia bajo los pies. Hay pistas de tierra, caminos rurales, y un silencio que corta el pensamiento.
Ideal para quienes trabajan en la ciudad y quieren una vía rápida hacia lo esencial. Puedes empezar en el barrio de San Lázaro y subir hasta la cima en un recorrido de 30-40 minutos (ida y vuelta). Al llegar, basta con respirar. Y si necesitas un plus, tómate un café con vistas antes de volver al mundo real.

6. Carretera de les Aigües (Barcelona): skyline, mar y montaña en la misma zancada
Pocas rutas en España combinan tanta belleza y accesibilidad como la Carretera de les Aigües. Situada en la ladera del Parc Natural de Collserola, este sendero de tierra compacta serpentea a lo largo de unos 10 km. con unas vistas panorámicas espectaculares de Barcelona. A un lado, el bosque mediterráneo; al otro, la ciudad extendiéndose hasta el mar.
Es perfecta para quienes necesitan desconectar sin salir de la ciudad. Puedes acceder desde varios puntos —como la Plaça Mireia o el Funicular de Vallvidrera— y adaptar el recorrido según tu energía. Aquí no se corre por tiempos, sino por sensaciones: la brisa, la vista del Tibidabo o ese momento en que el sol cae sobre el mar te hacen ir más lejos sin darte cuenta.
Ideal para quienes trabajan por la zona alta o para los que buscan un running más contemplativo. Y si terminas cerca de Sarrià, puedes premiarte con un café tranquilo entre calles de piedra y olor a horno.

Correr no es huir: es volver distinto
Más que ejercicio, correr puede ser una forma de conocer. Una manera de descubrir territorios cotidianos con ojos nuevos, o de entender mejor los lugares a los que viajamos. No siempre se trata de alejarse, sino de leer el entorno en movimiento.