Fin a la guerra comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea. Donald Trump, presidente de EE.UU., y Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, anunciaron un pacto que permitirá cerrar una etapa y redefinirá las relaciones económicas transatlánticas.
El acuerdo establece un arancel generalizado del 15% para la mayoría de exportaciones europeas, en lugar del 30 % que Washington planeaba aplicar a partir del 1 de agosto.
A cambio, la UE se compromete a comprar energía estadounidense por valor de 750.000 millones de dólares e invertir 600.000 millones más en el país, incluyendo una parte destinada a equipamiento militar.
Con este acuerdo, ambas potencias han frenado una escalada arancelaria que amenazaba con afectar gravemente a sectores clave como la automoción, los semiconductores o la industria farmacéutica.
«Este acuerdo ofrece certidumbre y estabilidad a nuestras empresas, algo esencial en tiempos de creciente volatilidad», ha afirmado Von der Leyen.
La presidenta comunitaria ha añadido que el pacto contempla también «aranceles cero» para productos estratégicos como componentes aeroespaciales, productos agrícolas, ciertos químicos y materias primas.
Además, ha subrayado que este marco no es definitivo, sino jurídicamente no vinculante, y que las negociaciones continuarán para perfilar exenciones y detalles técnicos.
Trump, por su parte, ha calificado el acuerdo de «día histórico» para el comercio estadounidense: «La UE abrirá su mercado valorado en 20 billones de dólares y aceptará plenamente nuestros estándares automotrices e industriales por primera vez en su historia».
Good to be in Scotland to meet @POTUS for discussions on transatlantic trade today.
— Ursula von der Leyen (@vonderleyen) July 27, 2025
The EU-US trade relationship is the world’s biggest.
I look forward to our talks ↓ https://t.co/pMWoCCwycn
El secretario de Comercio, Howard Lutnick, agregó que este pacto «fortalecerá nuestra relación con la UE durante décadas», y justificó la imposición del 15% en sectores clave como un incentivo para equilibrar los flujos comerciales.
Uno de los aspectos más controvertidos es la inclusión de los productos farmacéuticos en el arancel. Mientras Von der Leyen confirmó que el 15% se aplicará también a este sector, Trump aseguró que quedaban excluidos.
Primeras reacciones
Estas contradicciones reflejan que aún quedan áreas sin definir completamente, lo que ha llevado a varios Estados miembros a mostrarse prudentes con su valoración.
Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo, ha calificado el acuerdo de «paso importante» para fortalecer la relación transatlántica, aunque advirtió que la Eurocámara analizará el contenido para asegurar que beneficia a empresas y consumidores europeos.
Giorgia Meloni, primera ministra de Italia, se ha mostrado moderadamente optimista: «Valoro positivamente que se haya alcanzado un acuerdo, pero habrá que estudiar los detalles». Considera que un arancel del 15 % podría ser «sostenible» si incluye las tasas anteriores y no se añade a ellas.
En cambio, Viktor Orbán, primer ministro húngaro, ha criticado con dureza a la presidenta de la Comisión Europea. «Donald Trump se comió de desayuno a Ursula von der Leyen», declaró en un podcast.
Orbán calificó el acuerdo como «peor que el negociado por Londres» y cuestionó que la Comisión se haya comprometido a compras millonarias de energía y armamento sin contar con presupuesto propio.
Más conciliador fue Robert Fico, primer ministro de Eslovaquia, quien ha destacado el papel del comisario europeo de Comercio, Maros Sefcovic, y ha celebrado que se haya evitado un arancel del 30 % que habría golpeado especialmente a la industria automovilística eslovaca.
Aun así, Fico ha pedido transparencia sobre el alcance real de las inversiones acordadas por la UE en defensa y energía.
La lectura del pacto va más allá del ámbito económico. Con la invasión rusa de Ucrania aún activa y un clima global cada vez más inestable, el aumento de las compras de energía a EE.UU. se interpreta también como una vía para reducir la dependencia europea de los hidrocarburos rusos.
Von der Leyen lo dejó claro: «Este acuerdo ayudará a diversificar el suministro y blindar nuestra seguridad energética».
En paralelo, el mayor gasto en defensa en favor de empresas estadounidenses confirma una alineación estratégica creciente entre Bruselas y Washington, aunque algunos gobiernos comunitarios, como el de Bratislava, han advertido que no seguirán las directrices comunes en materia militar.
El acuerdo pone fin, al menos temporalmente, a meses de tensiones arancelarias que habían tensado la relación entre las dos principales economías del mundo. Trump y Von der Leyen mostraron satisfacción por el pacto, aunque ambos reconocieron que queda camino por recorrer.
El mandatario estadounidense ya ha firmado marcos similares con Reino Unido, Japón y Filipinas, y prepara una ofensiva diplomática con Brasil, donde ha amenazado con aranceles del 50%.
Con un volumen de comercio bilateral de 1,7 billones de dólares anuales, un mercado conjunto de 800 millones de consumidores y el 44% del PIB global, el pacto entre EE.UU. y la UE marca una nueva etapa de cooperación, aunque no sin escepticismo y debate interno.