El Banco de Japón (BoJ) ha iniciado este lunes su reunión de política monetaria con el foco puesto en el programa de compra de bonos estatales, aunque sin previsión de cambios en los tipos de interés a corto plazo.
El consenso entre los analistas apunta a que el BoJ mantendrá el tipo de referencia en el 0,5%, mientras evalúa si ralentiza la reducción de compras de deuda pública, tras las recientes subidas en los rendimientos de los bonos a largo plazo.
Estos movimientos en el mercado se han visto agravados por los temores en torno a la salud fiscal del país, cuya deuda supera el 200 % del PIB, y por el debate político en torno a posibles rebajas fiscales, rechazadas por el primer ministro Shigeru Ishiba, que valora en su lugar nuevas ayudas libres de impuestos para hogares afectados por la inflación.
A las incertidumbres fiscales se suman riesgos geopolíticos, como la escalada entre Israel e Irán, que amenaza el suministro energético global. Japón, dependiente del petróleo de Oriente Medio, sigue con atención este frente.
Desde julio de 2023, el BoJ comenzó a recortar progresivamente sus compras de bonos en 400.000 millones de yenes (unos 2.400 millones de euros) por trimestre, con la previsión de extender esta política hasta marzo de 2026.
Sin embargo, el banco central podría revisar este ritmo si detecta riesgos de volatilidad excesiva en los mercados.
En marzo de ese mismo año, la entidad puso fin a una década de política monetaria ultraflexible con su primera subida de tipos en 17 años, acompañada de un proceso de ajuste cuantitativo en su balance.
El gobernador del banco central, Kazuo Ueda, ha insistido en que mantendrán el plan de normalización si la evolución económica lo permite, aunque ha reconocido que no habrá cambios inmediatos en un contexto internacional «incierto y cambiante».
