Ya no es una hipótesis ni un experimento. La IA generativa está reconfigurando la demanda de talento y modificando las estructuras internas de muchas organizaciones.
Según el informe global El Futuro del Trabajo, elaborado por Hays, esta tecnología se ha consolidado como un eje estratégico en la planificación empresarial entre 2022 y 2024.
El efecto no es la destrucción masiva de empleos, sino su transformación. Las tareas repetitivas o de bajo valor ya se automatizan en numerosos sectores, pero esto no reduce la necesidad de profesionales.
Al contrario: crece la demanda de perfiles que puedan supervisar, interpretar y adaptar las soluciones de IA. Figuras como los gestores de proyectos, analistas de datos e ingenieros de operaciones ganan protagonismo.
Redefinir el talento para un nuevo ciclo empresarial
La respuesta organizativa se articula en tres movimientos clave:
reestructurar modelos de trabajo, recapacitar a quienes pueden quedar desplazados y reubicar el talento en funciones donde la inteligencia humana sigue siendo insustituible.
Las empresas que ya han puesto en marcha este enfoque detectan un patrón común: a mayor integración estratégica de la IA, mayor capacidad para adaptarse y anticipar nuevas necesidades. Pero también emergen obstáculos.
El primero es la escasez de talento cualificado. A esto se suma la presión por obtener resultados inmediatos sin una hoja de ruta clara, y una creciente resistencia al uso de IA en determinadas áreas o sectores, que va desde el escepticismo hasta el rechazo frontal.
Además, el proceso no es solo técnico. Es también emocional. Un 61% de las empresas identifica incertidumbre como la primera reacción de sus equipos, seguida de ansiedad (23%) y miedo (17%). A medida que avanza la implementación, estas emociones se transforman en entusiasmo (62%), fascinación (40%) y confianza (32%).
Una estrategia centrada en personas y negocio
Los modelos organizativos más eficaces están incorporando marcos estratégicos con cuatro pilares: enfoque humano, gobernanza clara, desarrollo de capacidades híbridas (internas y externas), y estructuras colaborativas y adaptables.
La IA ha dejado de ser una ventaja competitiva para convertirse en una condición de permanencia. Lo que marca la diferencia no es su adopción, sino la forma en que las empresas alinean esta transformación con sus objetivos, valores y visión de futuro.