El Fondo Monetario Internacional (FMI) dio la enhorabuena a España por su «impresionante recuperación» en su último informe anual, aunque tras la buenas noticias vinieron las advertencias; los niveles de deuda siguen siendo de los más altos de Europa y todavía falta un profundo esfuerzo de consolidación fiscal. En concreto, el organismo alerta sobre los excesos del pasivo público y del sector privado, que junto al balance negativo de las inversiones con el exterior, podrían dejar al país en una posición «vulnerable» ante futuros shocks. 
Las reformas estructurales volvieron a ser la clave del documento, el organismo anima a España a aprovechar el contexto favorable, con la caída de los precios de la energía y los tipos todavía a la baja, para «enfocar la atención» en cuestiones prioritarias, como la reforma del sistema de financiación autonómico. El objetivo es que se logre a medio plazo reducir gradualmente los altos niveles de endeudamiento, algo que no es posible sin una consolidación fiscal «creíble». Sin embargo, las previsiones del FMI no son tan alentadoras como sus consejos. Según el informe, la deuda pública cerrará 2016 en el 99,2% del PIB, cifra que no logrará reducir en 2017 y que tan sólo rebajará en 2018 hasta el 98,7%. Respecto al déficit, el desfase entre ingresos y gastos, el organismo pronostica que España no llegará a cumplir el objetivo de estabilidad pactado con Bruselas hasta 2018, cuando por fin alcance el 2,7%, ya que en 2017 terminará en el 3,2% . La posición inversora neta frente al exterior seguirá registrando saldos negativos, un 78,7% y un 73,7%, frente al 83,9% de 2016. La partida de los ingresos es la que más preocupa al organismo dirigido por Christine Lagarde, que hace referencia a las «pérdidas fiscales estructurales» de los dos últimos años. En concreto, exige a España una verdadera estrategia de consolidación tributaria con el resto de sus vecinos europeos, en base a su limitado «margen» fiscal. Para reducir la brecha entre recaudación y gasto el organismo aconseja elevar aquellos impuestos menos distorsionadores como el IVA, los impuestos indirectos o los medioambientales. Medidas con las que se podrían obtener hasta 25.000 millones extra en ingresos (2,5% del PIB). En la misma línea, recomienda abordar las ineficiencias del sistema, como la gran cantidad de deducciones, exenciones e incentivos fiscales. Respecto a la racionalización del gasto, la institución dirigida por Christina Lagarde recomienda mantener los niveles en partidas prioritarias como la educación y la sanidad, aunque con métodos de financiación alternativos como la introducción de nuevos copagos sanitarios. Otro de los grandes riesgos es el sistema de financiación autonómico, que lastra directamente el déficit global de las administraciones, y que según el FMI necesita de «una reforma audaz». Respecto al endeudamiento del sector privado, el organismo prevé una reducción gradual en los próximos años, aunque los niveles siguen demasiado elevados. El ejercicio anterior cerró con una deuda equivalente al 220,3% del PIB, de la que hasta un 150,2% pertenecía a corporaciones. Las previsiones sitúan esta cifra en el 210,7% durante 2018, y en el 143,8% para las empresas.
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