El futuro de Reino Unido: hablan las gestoras internacionales

La aplastante victoria de David Cameron en las elecciones del pasado 7 de mayo ha supuesto un respiro para unos inversores que temían un difícil Gobierno de coalición ante lo ajustado de las encuestas. La subida de la libra y del FTSE 100 en el día posterior de los comicios fue un indicador del buen recibimiento con el que la mayoría absoluta de Cameron fue acogida en el mercado.

Pero cuidado. No es oro todo lo que reluce. Y más en el largo plazo, ahora que ha comenzado la cuenta atrás para un referéndum sobre la continuidad de Reino Unido en la Unión Europea.

Respecto a la reacción alcista del mercado, especialmente en la libra esterlina, David A. Meier, economista de Julius Baer, lanza un mensaje de prudencia: "ponemos un signo de interrogación detrás de la sostenibilidad de este rebote". A su juicio, si bien es cierto que los riesgos de inestabilidad política se han disipado, "otros riesgos políticos siguen existiendo". El más evidente, la promesa electoral de los tories para un referéndum sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea.

Una opción "que ahora parece muy probable, tal vez para 2017", explica Meier, señalando además el riesgo por el gran peso logrado por los nacionalistas escoceses en el parlamento, "que podría revivir deseos de separación".

El economista jefe de la gestora holandesa Robeco, Léon Cornelissen, coincide en que los dos principales desafíos a los que se enfrenta el país son "el aumento del riesgo de un Scoxit, y el referéndum sobre el posible Brexit que deberá presentarse en 2017". Un proceso muy complejo en el que Cameron tendrá que entrar en negociaciones con la UE, y luego presentar un ‘nuevo acuerdo’ al Reino Unido para evitar el peor de los escenarios.

Según la fundación Bertelsmann Stiftung, Gran Bretaña podría sufrir una caída del PIB de hasta el 14% en caso de una ruptura total (sin acuerdos comerciales) con la UE. La salida de Reino Unido también tendría un impacto fiscal, porque los otros 27 socios tendrían que cubrir los 8.640 millones anuales que aporta Londres al presupuesto de la Unión. A España, le correspondería aportar 906 millones de euros.

Según explica Cornelissen, el papel más complicado será para el propio Cameron, que tendrá que negociar con los países de la Unión Europea defendiendo la permanencia de Reino Unido, al mismo tiempo que demuestra a la población que no se deja amedrentar por sus socios europeos, consiguiendo ciertas concesiones.

El economista jefe de Robeco recuerda que "los británicos están divididos al 50%" sobre esta cuestión, advirtiendo que "existe el riesgo de que el país se salga del mayor mercado interno del mundo, lo que no es un buen augurio para los inversores".  Para el experto, el país "se arriesga a ser marginado económicamente, pero los británicos son conocidos desde tiempos napoleónicos por ser una nación de comerciantes que votan con sus carteras".

Stephanie Flanders, responsable de estrategia de mercado para Reino Unido y Europa de JP Morgan AM, coincide con Cornelissen en que los inversores deben tener muy presente que la clara (e inesperada) victoria del Partido Conservador no resuelve ninguna de las cuestiones más relevantes para las perspectivas del Reino Unido a medio plazo.
"Aunque es cierto que la celebración de un referéndum podría dañar la inversión a corto plazo, la configuración de Europa ha cambiado sustancialmente en los últimos años, al igual que la actitud de la población británica, lo que hace más difícil que el Reino Unido pueda seguir en la UE en las mismas condiciones y refuerza la probabilidad de que se celebre un referéndum", advierte.

A su juicio, una de las consecuencias más claras de la victoria de los tories es que la política fiscal será probablemente más restrictiva en los primeros años de este nuevo gobierno de lo que lo habría sido con una coalición liderada por los laboristas. Por eso, si el resto de los factores no varía, "es posible que los tipos de interés acaben subiendo menos de lo previsto porque el Banco de Inglaterra podría verse obligado a mantener los tipos de interés en niveles bajos durante más tiempo para sostener la demanda interna, una situación que podría provocar una modesta depreciación de la libra", asegura.

La experta de JP Morgan AM insiste en que "a los inversores no les gusta la incertidumbre y sin duda están más tranquilos con unos resultados electorales mucho menos inciertos de lo que pronosticaban las encuestas". Sin embargo, considera que la tasa de crecimiento de la productividad y la demanda mundial siguen siendo los factores más determinantes para la evolución de la economía y el mercado británicos. "Y estos factores siguen siendo igual de inciertos hoy que ayer".

En este entorno, Anthony Doyle, director de inversiones del área de renta fija de M&G explica que "según nuestras previsiones, los bonos británicos obtendrán un cierto apoyo a corto plazo ya que los inversores han recibido positivamente las noticias sobre las elecciones, que muestran una cierta estabilidad en la posible formación de Gobierno". No obstante, a largo plazo, "la deuda pública británica se verá afectada principalmente por los acontecimientos globales".

Independientemente del momento actual, desde la firma esperan que el aumento de la rentabilidad en los bonos de los países desarrollados se mantenga a medida que los inversores de renta fija vuelvan a centrar su atención en las perspectivas de la economía a escala mundial y las presiones sobre el aumento de los salarios y la inflación. Respecto a la evolución de la libra, Doyle considera que "a largo plazo, existen importantes factores de riesgo". A su juicio, es probable que la postura acomodaticia del Banco de Inglaterra, el elevado déficit por cuenta corriente y las perspectivas de un referéndum en 2017 sobre la permanencia del Reino Unido en la UE lastren la moneda británica en los próximos 24 meses.
 

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