La deriva proteccionistas de la Administración Trump está poniendo en entredicho las bases del comercio internacional. La filosofía mercantilista del nuevo inquilino de la Casa Blanca amenaza con romper el sistema de alianzas establecido hasta el momento, lo que está generando un poso de «duda y miedo» entre los participantes. «El sistema se basa en la confianza para la toma de decisiones que son vitales, si esta se socava, se generan dudas y miedo, se crea fragilidad a nivel mundial«, ha señalado Steve Clemons, editor de The Atlantic y Atlantic Live, durante su intervención en el debate «El mundo según Trump» organizado por el Real Instituto Elcano y la Fundación Botín. Todavía no ha cumplido su primer mes al frente del Ejecutivo y Donald Trump ya ha tomado decisiones muy concretas sobre la futura relación con sus socios comerciales. En tiempo récord ha decretado la salida de Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), un convenio de libre comercio con once países del Pacífico (Japón, Canadá, México, Australia, Perú, entre otros) que representan en conjunto el 40% de la economía mundial y un mercado potencial de 800 millones de consumidores. También ha dado por finalizadas las negociaciones en torno al Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP), un acuerdo de liberalización con el mercado europeo, o al menos en los términos hasta ahora establecidos. La tensión entre ambas potencias se materializó la pasada semana, cuando el jefe del Consejo Nacional de Comercio estadounidense señaló que Alemania manipulaba el euro para favorecer a sus exportaciones y que el acuerdo estaba «muerto». Por último está el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA), firmado junto a México y Canadá. La intención del presidente pasa por renegociar dicho acuerdo, que califica como «un desastre» para el empleo y el país. La política propuesta por el gabinete de Donald Trump se basa en una máxima muy clara: «eliminar la regulación dentro del país y ponerla en las fronteras», en palabras de Paul Isbell, investigador asociado del instituto. Esta idea bebe de una concepción generalizada en EEUU que ha dado alas a la deriva populista del sistema. «Los que le apoyan piensan que la participación en el escenario internacional ha sido negativa para el país, se siente abandonados por el sistema y frustrados económicamente. Las élites internacionales (Davos o el acuerdo por el Clima) se han distanciado mucho de las personas», ha añadido Clemons. En este contexto, el interés de la primera potencia mundial por mantener a largo plazo la inversión que ha hecho durante décadas a nivel institucional parece escaso. Pero el futuro de las relaciones a día de hoy es incierto; «existe una agenda en el área nacional, pero el área internacional se caracteriza por la falta de predicción y la incertidumbre», ha explicado Ulrich Speck, investigador senior asociado al think tank. Para entender la estrategia del presidente estadounidense es necesario observar que sus decisiones se apoyan en la perspectiva de un «mapa geopolítico» y no sobre intereses económicos o comerciales. El acercamiento a Rusia o la rivalidad con China son claros ejemplos de esta mentalidad. «Lo que caracteriza a Rusia y a Donald Trump es que el orden internacional les parece incómodo», ha puntualizado Isbell. En un escenario hipotético en el que Estados Unidos decidiera dejar todas las alianzas en las que hasta ahora ha sido protagonista se produciría una «polarización» de los intereses económicos. «Quizás nos dirigimos hacia un mundo con múltiples polos: Estados Unidos, Rusia y China, en el que cada uno trabaje sus propias áreas de influencia de forma desregulada, más allá de las instituciones», ha añadido Speck. La duda es si la Unión Europea puede y debe hacer algo frente a estas políticas. «Debemos esperar lo mejor como europeos y estar preparados para lo peor. Europa no sólo debe centrarse en lo que hace Trump y reaccionar, sino tomar la iniciativa. El orden internacional tiene muchos jugadores y estos deben plantarse y poner límites», ha señalado Ulrich Speck. Por otro lado, la sombra de China sobre el escenario mundial es cada vez más alargada y su área de influencia mayor. «Puede que se convierta en el adulto que proteja el orden del mercado mundial y la lucha contra el cambio climático», ha explicado Steve Clemons. El último discurso del presidente asiático Xi Jinping durante el Foro de Davos apoya esta tesis, tras mostrar públicamente su apoyo al libre comercio y a la protección del medioambiente. Además, los lazos económicos entre Europa y la segunda potencia mundial son cada vez más fuertes.
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