La elevada volatilidad que parece haber llegado para quedarse, los temores a una recaída en la recesión y las dudas sobre la liquidez de determinados activos ha teñido de rojo a los mercados financieros, pero la agencia de calificación crediticia señala que en 2015 la oferta mundial de activos seguros se incrementó al mayor nivel desde 2011, mientras que la demanda del sector oficial de los programas de flexibilización cuantitativa (QE) de los bancos centrales y las actividades de gestión de divisas de reserva fue la más baja en una década.
Los temores por la escasez de activos seguros se explican por la reducción de estos en Europa, consecuencia de los sucesivos cambios de rating en la Zona Euro (que sacaron de este espectro a importantes nombres como Italia o España), así como la consolidación fiscal en marcha que aumenta el riesgo de rebajas de "nota" en este sentido. Asimismo, tienen que ver con la emisión neta en Estados Unidos, pero, sobre todo con la creciente demanda de activos seguros por parte del sector oficial.
Así, por ejemplo, el QE iniciado en 2009 en Estados Unidos y Reino Unido ha mantenido a sus autoridades monetarias comprando treasuries y gilts hasta 2012 y 2014, respectivamente, haciéndose la Fed con el 20% y el Banco de Inglaterra (BoE por su siglas en inglés) con el 25% de los bonos negociables de largo plazo de sus respectivos gobiernos. Además, a sus compras debemos sumarle las de los emergentes, pues el aumento de reservas oficiales que iniciaran a mediados de la década de 2000 continúo sin interrupción durante y después de la crisis.
Ahora bien, subrayan, "varios aspectos del equilibrio entre oferta y demanda de activos seguros han cambiado desde el periodo 2011-2013 y probablemente continúe en 2016". La variación más importante es la reducción de reservas oficiales (en términos de dólares estadounidenses) en 2014 y 2015, en parte por efectos de valoración (depreciación frente al "billete verde") y por las salida de capitales y presiones monetarias en los emergentes, lo que sugiere que la presión a la baja persistirá incluso si esta moneda se estabiliza.
En cuanto al cambio global para el QE es más moderado e incierto, pues el Banco Central Europeo (BCE) ha puesto en marcha su propio programa de compras y el Banco de Japón (BoJ por sus siglas en inglés) ha adoptado una postura más agresiva en su plan iniciado en 2001."Aún así, la demanda mundial de valores seguros desde programas de QE se expandió el año pasado más que compensando la caída en la de reservas oficiales (…) y lo mismo podría ocurrir en 2016. Pero no parece que la demanda del sector oficial alcance niveles como los de 2011-2013".
Mientras, por el lado de la oferta, las perspectivas de calificación no presagian rebajas (ni mejoras) en la nota "AA" de los grandes soberanos con monedas de reservas, lo que implica que el suministro de activos seguros dependerá del ritmo de consolidación fiscal. Según las proyecciones de la Oficina Presupuestaria del Congreso de Estados Unidos este año se producirá un aumento en el déficit federal, con el consiguiente aumento de la deuda. Y, en opinión de Fitch, en la Zona Euro habrá cierta flexibilización fiscal, aunque los incrementos de deuda serán pequeños en términos nominales y, en general, el ratio deuda/PIB se reducirá.
"En conjunto, la nueva dinámica de oferta y demanda de activos seguros apunta a un aumento constante de la primera y una reducción de la segunda por parte del sector oficial, al menos en dólares y libras. Las reversiones activas del QE en Estados Unidos y Reino Unido podría acelerar el cambio, pero no lo esperamos en el corto plazo. Los mercados de activos seguros en Japón y la Zona Euro seguirán dominados por el QE", concluye la firma.
hemeroteca