E.ON obtuvo un beneficio neto atribuido de 1.900 millones de euros en el primer semestre, lo que representa un aumento del 10% interanual.
La energética alemana ha confirmado sus previsiones anuales tras registrar un incremento del 5% en su facturación, que alcanzó los 41.554 millones de euros, y un ebitda ajustado de 5.500 millones.
«En los primeros seis meses hemos invertido 3.200 millones de euros, un 11% más», señaló Nadia Jakobi, directora financiera de la compañía. La mayor parte de esa inversión se destinó al negocio de redes, principal impulsor del crecimiento semestral. El ebitda ajustado aumentó un 13% en Alemania, un 15% en Suecia y un 28% en Europa Central y Oriental.
La compañía proyecta invertir 43.000 millones de euros entre 2024 y 2028, de los cuales 35.000 millones irán al desarrollo de redes eléctricas. Para 2025, mantiene una previsión de ebitda ajustado de entre 9.600 y 9.800 millones de euros y un beneficio neto atribuido de entre 2.850 y 3.050 millones.
A más largo plazo, E.ON prevé superar los 11.300 millones de ebitda en 2028, con un beneficio neto atribuido estimado de 3.400 millones de euros. El beneficio operativo neto (ebit) ajustado alcanzó los 3.821 millones, un 14% más que en 2024.
La deuda neta se situó en 45.283 millones de euros a cierre de junio, un 10% menos, pese al aumento inversor. La empresa defiende que su posición financiera sigue siendo sólida.
Leonhard Birnbaum, consejero delegado, atribuyó los buenos resultados a tres factores: el buen desempeño operativo y financiero, la preparación regulatoria en Alemania y el impulso de la transición energética europea.
No obstante, advirtió sobre los riesgos regulatorios: «Mientras que otros países crean incentivos deliberadamente, Alemania corre peligro de quedarse a la zaga».
Birnbaum pidió a la agencia federal de redes «tomarse en serio los argumentos de los operadores y facilitar las inversiones urgentes para la transición energética, la seguridad del suministro y la asequibilidad».