En un contexto de récord de ocupación con más de 22 millones de afiliados a la Seguridad Social, España mantiene una tasa de paro del 10,29%, más del doble de la media de la eurozona (6,2%). Pese a los avances de los últimos años, el desempleo sigue marcado por problemas estructurales.
Según la última EPA, en el segundo trimestre de este año había 2,5 millones de parados, la cifra más baja desde 2008. Sin embargo, uno de cada cuatro lleva más de dos años en esa situación y un tercio supera los 50 años. Más de la mitad de los parados de larga duración pertenece a este colectivo.
El desempleo afecta especialmente a mujeres (11,5%), jóvenes (24,54%) y extranjeros (15,41%), lo que refleja desigualdades persistentes en el mercado laboral. Expertos advierten de un paro estructural muy alto, a pesar de las tensiones de las empresas para encontrar trabajadores.
«Habría que replantear el modelo», reflexiona María Jesús Fernández, economista sénior de Funcas, que apunta a la necesidad de reformar el sistema de protección por desempleo y vincular las políticas activas al tejido productivo.
Organismos como Fedea y el Consejo General de Economistas reclaman una «transformación profunda» de los servicios públicos de empleo. Proponen reorientar la formación, impulsar incentivos a la contratación adaptados a cada comunidad autónoma y mejorar la eficacia de los programas para parados de larga duración.
En este escenario, sindicatos como CCOO insisten en que, pese a los avances, «las tasas de desempleo siguen siendo altas con respecto a los países de nuestro entorno» y piden intensificar las medidas dirigidas a los colectivos más vulnerables.