España sin luz vuelve al efectivo

Un apagón eléctrico deja sin luz ni telecomunicaciones a toda la Península y pone en entredicho el la vulnerabilidad del sistema de pagos.
Electricista arreglando torre eléctrica Electricista arreglando torre eléctrica
Electricista arreglando torre eléctrica

El primer lunes no festivo en toda España tras la Semana Santa parecía transcurrir con normalidad hasta que alrededor de las 12:30 del mediodía se hizo la oscuridad. Literalmente. 

Un apagón generalizado en toda la Península Ibérica apagó oficinas, comercios, semáforos, transportes y trajo consigo unas pérdidas económicas todavía sin concretar con exactitud pero que podría estar entre los 4.000 y 8.000 millones de euros, según los primeros datos. 

El origen primario del suceso aún se desconoce, sí que supimos ayer por la noche, en boca de Pedro Sánchez, presidente del gobierno que a mediodía una cantidad ingente de energía eléctrica, cerca de 15 gigavatios, desparecieron de la red eléctrica sin dejar rastro, el equivalente al 60% del consumo diario, provocando un apagón nunca visto. 

Esta desaparición se tradujo en la vuelta física y mental a tiempos pasados. Sin energía eléctrica, la producción del país se paralizó sin remedio, las tiendas se vieron obligadas a cerrar, suburbanos y trenes dejaron de funcionar, las gasolineras no podían expedir sus productos y hasta bares y restaurantes tuvieron que echar el cierre, metafóricamente hablando, por la imposibilidad de usar las placas eléctricas en la cocina. Solo aquellos con gas, algunos supermercados y servicios esenciales con generadores propios pudieron mantenerse dando servicio.  

Hace poco tiempo, la CEOE realizó un estudio en el que se estimaba que cada día de puente se perdía un 0,45% del Producto Interior Bruto. Extrapolando los datos, con un PIB de 1,6 billones, en España el efecto se traduciría en unos 4.000 millones de euros. No obstante, la cuantía no se conocerá con exactitud hasta dentro de alguna semana cuando se haya retornado a la normalidad y se haya calculado también el impacto de lo que viene a continuación: reclamaciones a las aseguradoras. 

Las voces más optimistas hablan de jornada normal hasta las 12 del mediodía con lo que la cantidad a impactar sería mucho menor es esos 4.000 millones. No obstante, otros expertos aseguran que las previsiones de la patronal se quedan muy cortas porque en un día festivo no se paralizan ni hostelería ni comercio ni transportes. 

Por su parte, la asociación de autónomos ATA ya ha realizado la primera estimación y cuantifican que los trabajadores por cuenta propia han perdido unos 1.300 millones de euros debido al suceso. 

Fragilidad del sistema de pagos 

Una de las lecciones que nos deja el histórico apagón tiene su reflejo en las colas kilométricas que se podían ver durante este lunes en las ciudades en busca de un preciado dinero en metálico tan denostado en este tiempo. 

Aunque los bancos han asegurado que sus servidores se mantuvieron operativos y las transacciones electrónicas podían llevarse a cabo con normalidad, la realidad a pie de calle era muy distinta. 

La caída eléctrica llevó a un corte de telecomunicaciones y dejó a los comercios sin conexiones de Internet. Así, pese a que en la teoría se podía seguir pagando con tarjeta, eran muy pocos los comercios que tenían los datáfonos con carga, conexión o ambas cosas a la vez. Es decir, la operativa funciona, pero no los instrumentos que permiten llevarla a cabo. 

El efectivo se convirtió, en la práctica, en el único método para poder adquirir algún producto o comida en los establecimientos que aún permanecían abiertos. Y aquellos que no disponían de billetes acudieron a entidades o cajeros en su búsqueda. 

Tampoco dio resultados, las sucursales que contaban con generadores y permanecían abiertas no podían dar servicio y los cajeros funcionan con electricidad y aquellos que contaban con algún tipo de almacenamiento externo se convertían en un oasis en busca del preciado dinero en metálico. 

Una vuelta a otros tiempos que hace cuestionarse la fragilidad del sistema de pagos.  Luis de Guindos, vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), ya ha avisado que se examinarán las potenciales consecuencias del apagón para el sistema bancario europeo y ha instado a aprender de este tipo de perturbaciones para el futuro. 

El apagón ocurrido en España y Portugal pone en entredicho el euro digital, ese proyecto de la institución europea que, muchos analistas, califican como primer paso para acabar con las monedas contantes y sonantes pese a que el organismo lo niegue y hable de «convivencia, no sustitución». 

No obstante, este dinero digital no tendría ningún valor en una situación como la vivida este lunes donde aquel que contaba con cinco euros en su bolsillo se convertía en objeto de envidia de todos aquellos que acababan de comprobar que sus tarjetas, física o en el móvil, no servían para nada en ese momento.  

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