El año pasado, el contexto macroeconómico fue inmejorable: el crecimiento mundial se aceleró y la inflación superó las expectativas. Este entorno garantizó unos beneficios sólidos, la aplicación de políticas acomodaticias por parte delos bancos centrales y una baja volatilidad. El resultado: un entorno Goldilocks, tal y como lo conocemos. Sin embargo, este fue un entorno propio de 2017. Las dinámicas macroeconómicas se están revirtiendo en 2018 a medida que el equilibrio entre el crecimiento y la inflación se deteriora. Si bien 2017 fue un año marcado por la aceleración del crecimiento y la caída de la inflación, 2018 parece apuntar a todo lo contrario: ralentización del crecimiento y aumento de la inflación. Aunque los factores estructurales están poniendo coto a la inflación a largo plazo, el riesgo de que se produzca un repunte a corto plazo está aumentando.
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