Europa puede ganar 200.000 millones con el nuevo mapa comercial global

McKinsey calcula que Europa se perfila como alternativa exportadora ante el declive del comercio entre EE. UU. y China.
Imagen de Bruselas Imagen de Bruselas
Imagen de Bruselas :: Pixabay

El final de la tregua arancelaria impuesta por Donald Trump abre una oportunidad inesperada para Europa. Según el informe The great trade rearrangement del McKinsey Global Institute, el continente podría sumar 200.000 millones de dólares adicionales en exportaciones hacia Estados Unidos o China, aprovechando las tensiones comerciales entre ambas potencias.

El documento, publicado justo cuando este miércoles vencen los 90 días de prórroga arancelaria, subraya que Europa emerge como beneficiaria directa del nuevo orden geoeconómico, en el que las barreras entre Washington y Pekín reconfiguran las cadenas de suministro.

El informe plantea cuatro vías posibles para los países impactados por los aranceles: reducir consumo, sustituir productos importados, impulsar la producción interna o reorganizar sus cadenas de suministro.

PUBLICIDAD

«Mientras las barreras entre EE. UU. y China sigan siendo las más altas, otros países se convertirán en exportadores más atractivos para EE. UU.», afirma Olivia White, directora del instituto y socia sénior de McKinsey.

Según White, la tendencia se confirma con los datos: las exportaciones chinas a EE. UU. han caído un 20 % desde 2018, mientras que los envíos globales a EE. UU. han subido un 30 %. Solo en 2023, Washington importó de China por 440.000 millones, pero exportó al resto del mundo por 1,7 billones.

Reordenación de flujos y nuevos ganadores

Estados Unidos está optando por consumir internamente productos que antes exportaba, valorados en 180.000 millones de dólares, y por buscar alternativas de aprovisionamiento, lo que deja margen a otros países para ganar cuota.

White cita a Tailandia o Vietnam como ejemplos del pasado y apunta que Latinoamérica también podría beneficiarse del nuevo escenario, al aumentar su competitividad por precio y producto frente a antiguos líderes del comercio con EE. UU.

No obstante, el informe advierte que reindustrializar Estados Unidos, como en el caso de los chips, requerirá tiempo, inversión y tecnología, y que en sectores con costes laborales elevados, podría no ser viable.

McKinsey propone un coeficiente de reordenación para medir qué tan fácil resulta para EE. UU. cambiar de proveedor. Cuanto más bajo es el índice, más sencillo resulta sustituir el origen del producto.

El coeficiente promedio con China es de 0,4, aunque un 35 % de las importaciones tienen un valor inferior a 0,1, lo que indica que existe una oferta global diez veces mayor a las compras actuales estadounidenses.

Sin embargo, en un 5 % del comercio bilateral, como el de tierras raras, el coeficiente supera el 1, lo que revela una dependencia estructural de EE. UU. respecto a China. Desde 1995, este índice se ha duplicado, reforzando el peso estratégico de Pekín.

Add a comment

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

PUBLICIDAD