El fracaso empresarial, durante años un estigma en España y Europa, comienza a resignificarse. Cada vez más voces, tanto desde el ámbito corporativo como desde el ecosistema emprendedor, coinciden: una quiebra no tiene por qué ser el final. Puede ser solo una etapa más dentro del ciclo de vida de una compañía.
La clave no está solo en evitar el colapso, sino en saber cómo actuar cuando ocurre, aseguran diversos directivos que reaccionaron ante la caída de sus proyectos empresariales.
Mientras los datos revelan un escenario empresarial especialmente complejo, algunas compañías —grandes y pequeñas, tradicionales y tecnológicas— han logrado lo impensable: resurgir tras tocar fondo. ¿Cómo lo hicieron? ¿Qué aprendieron? ¿Qué puede extraer el resto del tejido empresarial de esas experiencias?
¿Qué hay detrás de un fracaso?
Las causas que empujan a una empresa al concurso de acreedores o a la disolución son tan variadas como los sectores que afecta. No existe una receta única para el colapso, pero sí patrones que se repiten.
Muchas de las compañías que hoy intentan levantarse reconocen haber crecido demasiado rápido, sin validar modelos sostenibles. En el caso de startups, la inyección constante de capital alimenta una falsa sensación de éxito que puede durar hasta que se agota la financiación o se produce un shock externo.
En las empresas más grandes, en cambio, el riesgo suele estar en la falta de adaptación a nuevos hábitos de consumo o en estructuras pesadas que lastran la flexibilidad.
Los últimos datos disponibles muestran esta realidad: en 2024 se registraron más de 9.000 concursos de acreedores en España, un 22% más que en el año anterior, alcanzando el máximo histórico de la última década. Además, cerca de 29.000 empresas se disolvieron oficialmente, casi 80 cierres diarios.
WeWork: caída y renacimiento
Un caso muy célebre ha sido el de WeWork. En 2019, la empresa estadounidense de espacios de coworking estaba valorada en 47.000 millones de dólares y se preparaba para salir a bolsa. Pero todo se desmoronó tras una auditoría que reveló un modelo financiero frágil, prácticas dudosas y una cultura interna caótica.
Lo que siguió fue una de las mayores caídas empresariales del sector tecnológico: cancelación de la IPO, fuga de inversores, dimisión de Adam Neumann y, finalmente, declaración de bancarrota en noviembre de 2023, acogiéndose al Capítulo 11.
«Cometimos muchos errores. El principal fue pensar que crecer era sinónimo de éxito», reconocía el propio Neumann en una entrevista posterior.
Y sin embargo, WeWork, un año después, es una empresa referente en su sector. Bajo la nueva dirección de David Tolley primero, y desde junio de 2024 con John Santora al frente, la compañía renegoció miles de contratos, cerró espacios deficitarios y redujo su deuda en más de 4.000 millones de dólares. El foco pasó de la expansión agresiva a la rentabilidad.
«El día que salimos de la bancarrota, sabíamos que teníamos una cartera sólida», cuenta Rebecca Nachanakian, directora general de WeWork para Europa Continental. «Lo mejor que hicimos fue pagar todas nuestras deudas», asegura la directiva.
HMV: cuando la nostalgia vence al streaming
El caso de la británica HMV es una demostración de que, a veces, el pasado puede ser la clave del futuro. La histórica cadena de tiendas de música quebró en 2013, asfixiada por el auge de las plataformas digitales como Spotify y Amazon.
Pero Doug Putman, empresario canadiense y amante de la música analógica, compró la marca y apostó por un modelo que nadie veía viable: resucitar las tiendas físicas como espacios experienciales, donde el vinilo, los eventos en vivo y la nostalgia ofrecieran algo que lo digital no puede replicar.
El resultado fue sorprendente. HMV volvió a ser rentable en menos de tres años, abriendo tiendas en ubicaciones estratégicas y recuperando una clientela fiel que ansiaba conectar con la música más allá de las pantallas.
Peugeot: de crisis industrial a gigante global
En 2012, el grupo francés PSA Peugeot-Citroën atravesaba su peor momento: pérdidas de miles de millones, plantas poco competitivas y una gama de productos desfasada. La familia Peugeot perdió el control y el Gobierno francés tuvo que intervenir para evitar el colapso.
Todo cambió con la llegada de Carlos Tavares como CEO. En apenas cinco años, lideró una profunda reestructuración: optimización de fábricas, impulso del coche eléctrico, reposicionamiento de marcas y una operación clave: la compra de Opel. En 2021, PSA se fusionó con Fiat Chrysler para crear Stellantis, el cuarto mayor fabricante de automóviles del mundo.
«Para sobrevivir, teníamos que ser brutalmente realistas. El sentimentalismo no tiene lugar cuando una empresa está en juego», declaró Tavares en una entrevista en Le Monde.
Hawkers: la caída del unicornio español
Hawkers, la marca de gafas nacida en Elche, revolucionó el e-commerce español con una estrategia 100 % digital y campañas agresivas con influencers. En pocos años, se convirtió en una de las startups más prometedoras, atrayendo 50 millones de euros de inversión.
Pero el crecimiento fue tan rápido como inestable. Problemas de gestión y escándalos internos minaron su reputación y su rentabilidad. En 2018, los fundadores salieron de la dirección y los nuevos gestores acometieron una reestructuración profunda.
Hoy, la marca ha reducido su presencia, ha vuelto a centrarse en lograr rentabilidad y continúa operando con un perfil más bajo, pero más sólido.
Betterfly: nueva apuesta por la tecnología
Betterfly, una insurtech dedicada al bienestar corporativo, atravesó dificultades financieras en 2023 debido a un modelo de negocio que no estaba generando los ingresos esperados.
En lugar de desaparecer, la empresa decidió pivotar, redujo su plantilla en un 30% y reformuló su propuesta hacia un modelo SaaS basado en datos y tecnología. El resultado fue una recuperación inesperada, con una rápida expansión por España y Brasil en 2024.
«El fracaso nos obligó a ver lo que realmente funcionaba. A veces, perder el rumbo es el paso necesario para encontrar uno mejor. Esta nueva perspectiva ha sido clave para su recuperación», ha explicado Eduardo Araya, CEO de la compañía.
Praxos: asesoramiento salvador
Praxos, una plataforma para brokers de seguros, fue otra startup que sufrió varios fracasos antes de encontrar su modelo definitivo. Tras una primera etapa plagada de malas decisiones comerciales, el equipo fundacional buscó asesoría en Y Combinator y refocalizó su estrategia hacia el software como servicio (SaaS) para aseguradoras medianas.
En dos años, los ingresos crecieron un 150 %, y la empresa fue adquirida por una firma de capital riesgo.
Amy Chen, CEO de Praxos, declaró en una conferencia de tecnología: «Cuando fracasamos, entendimos que el mercado no nos había rechazado, solo necesitábamos escucharlo más de cerca. Nos replanteamos todo: el producto, el modelo de negocio y la forma en que nos comunicamos con los clientes».
Fintonic: resurgir tras la crisis del fintech
La fintech española Fintonic, fundada en 2012, se posicionó rápidamente como una de las principales apps de gestión financiera personal en España. Sin embargo, su modelo de negocio se desplomó cuando no logró generar los ingresos previstos por sus servicios de gestión de deudas.
Después de varios años difíciles, Fintonic se reestructuró y mejoró su oferta. Hoy, la empresa ha pivotado y ofrece también servicios de asesoría financiera personalizada, vinculando productos bancarios con la inteligencia artificial. La startup, que ahora cuenta con millones de usuarios, se ha reestablecido en un mercado altamente competitivo.
Los datos reflejan un entorno empresarial difícil. Pero también muestran que el colapso no tiene por qué ser irreversible. Las empresas que han logrado resurgir lo hicieron gracias a la autocrítica, la flexibilidad y un liderazgo realista.