Imagina meterte al mar y enredarte en una brida de refresco. No gusta a nadie. Y hoy es menos probable que pase gracias a Gravity Wave, la startup de impacto, que ya ha retirado más de un millón de kilos de plástico del Mediterráneo.

La idea es clara y potente: involucrar al mayor número de actores posible para limpiar el mar y, de paso, dar una segunda vida a los residuos. Los aficionados del Betis lo saben muy bien. Parte de los asientos del estadio provienen del mar.

El triángulo funciona así: los pescadores tradicionales extraen el plástico del mar, las empresas financian su recuperación y compensan su huella plástica, y los gestores ambientales garantizan la trazabilidad y circularidad de esos restos.

Los hermanos Rodríguez lo pensaron hace cinco años y hoy la red la forman más de 7.000 pescadores tradicionales y más de 250 empresas colaboran. Operan en 100 puertos de España, Grecia, Italia y Egipto.

«Ha sido una auténtica montaña rusa», comenta Julen Rodríguez, co-CEO. «Este millón de kilos representa no sólo el residuo recuperado, sino todo lo que hemos aprendido, los aliados que se han sumado y el potencial de lo que aún está por venir», afirma.

Amaia Rodríguez, también co-CEO, destaca la sostenibilidad. Ya no basta con asumir la responsabilidad, ahora es una ventaja competitiva real para las empresas.

Ahora los países del Mediterráneo se les han quedado pequeños y buscan alianzas en Alemania, Países Bajos y países nórdicos, con más conciencia ambiental y disposición empresarial.