Apple mantiene un pulso creciente con la Unión Europea por la aplicación de la Ley de Mercados Digitales (DMA), una normativa que exige a las grandes tecnológicas abrir sus ecosistemas a terceros. En abril, Bruselas impuso una multa de 500 millones de euros a la compañía por cómo ha adaptado su tienda de aplicaciones a esta nueva legislación.
El pasado marzo, la Comisión exigió a Apple permitir el acceso de terceros a funciones como AirDrop o el envío de notificaciones a smartwatches. Según la UE, el objetivo es garantizar que accesorios de otras marcas ofrezcan funcionalidades equivalentes a las del ecosistema Apple.
Greg Joswiak, vicepresidente mundial de marketing de la compañía, defiende, en una entrevista con El Mundo, que estas exigencias van en contra del diseño integrado que caracteriza a sus productos: «Nosotros fabricamos todo. Creamos productos que funcionan perfectamente entre sí».
La UE «está creando la mayor amenaza para la privacidad que jamás haya impuesto un gobierno», ha afirmado Joswiak. A pesar de haber propuesto alternativas que salvaguardan los derechos de los usuarios, la compañía asegura que Bruselas ha rechazado todas sus sugerencias.
El directivo asegura que estas obligaciones suponen una amenaza a la seguridad y la privacidad: «El impacto de estas decisiones es simplemente asombroso, y creemos que suponen una amenaza terrible», afirma Joswiak.
Según Apple, la ley obliga a entregar propiedad intelectual a competidores, lo que podría impedir el desarrollo de productos como los AirPods en sus plazos actuales.
Críticas a la arbitrariedad y consecuencias operativas
La tecnológica considera que la normativa no se aplica con equidad. «Apple es literalmente la única empresa a la que se le aplican estas decisiones. En Europa, ni siquiera somos la marca líder», señala Joswiak.
La compañía apunta directamente a una imposición política más que a una demanda del mercado: «Los usuarios europeos no han pedido estos cambios».
Cumplir con los requisitos de la DMA ha implicado una reestructuración interna a gran escala. Miles de ingenieros han tenido que adaptar sistemas a peticiones que, según Apple, son imposibles de cumplir en los plazos exigidos.
«Gastamos un montón de tiempo y recursos en ingeniería para asegurarnos de que nuestros dispositivos son interoperables. Somos miembros de más de 100 organizaciones de estándares», explica Joswiak, quien cuestiona que se impongan nuevos mecanismos sin considerar los existentes.
Más allá del reto técnico, la empresa advierte de que estas medidas pueden vulnerar la privacidad de sus usuarios. Entre las solicitudes recibidas figuran peticiones para compartir historiales de conexión Wi-Fi, notificaciones o eventos de calendario. «Ni siquiera Apple tiene acceso a esa información hoy en día», denuncia Joswiak.
La empresa ha recibido más de 150 solicitudes de interoperabilidad, algunas procedentes de rivales como Meta. Varias de ellas exigen habilitar funciones que Apple nunca incorporó deliberadamente por motivos de privacidad.