La historia de Internxt empieza con una incomodidad. Fran Villalba Segarra, entonces un joven desarrollador valenciano, se preguntaba por qué era tan difícil usar internet sin cederlo todo: archivos, hábitos, conversaciones, identidad. Ese desasosiego se convirtió en el germen de una idea: un ecosistema digital donde la privacidad no fuera un extra, sino la base.
Internxt nace con una frase en la cabeza —«no basta con reaccionar, hay que anticiparse»— y con una misión clara: crear servicios digitales que funcionen como los de los gigantes estadounidenses, pero sin rastreo ni explotación de datos.
Su propuesta es directa: almacenamiento seguro, comunicación cifrada y ahora también una inteligencia artificial europea que respeta al usuario desde el primer clic.
Salto cualitativo
El salto llegó cuando el equipo decidió construir su propia infraestructura de privacidad, basada en cifrado de extremo a extremo y conocimiento cero. No era sencillo. Requería inversión, auditores externos y una convicción férrea: ni siquiera la compañía puede acceder a la información que custodia.
Ese camino les llevó a certificaciones como ISO 27001 o SOC2, al premio de la Agencia Española de Protección de Datos y a ganarse la confianza de cientos de miles de usuarios.
La consolidación vino con cifras y decisiones estratégicas. Desde Valencia, Internxt alcanzó casi un millón de usuarios y presencia en más de 100 países. Su apuesta por el cifrado poscuántico, basado en el algoritmo Kyber 512 aprobado por el NIST, marcó un hito técnico para una startup europea.
Y la expansión continúa: acuerdos con empresas tecnológicas, entrada en el mundo deportivo como patrocinador del Valencia CF y un crecimiento que empuja a Internxt a competir directamente con actores globales.
El impacto se nota en un momento en el que la vigilancia masiva se ha normalizado. Frente a modelos que almacenan y reutilizan conversaciones, Internxt defiende una IA que no registra nada y que puede utilizarse sin cuenta, cookies ni identificadores.
Es una propuesta radicalmente distinta en un sector que da por hecho que los datos son moneda de cambio. Su suite sigue ampliándose: VPN sin rastreos, antivirus inteligente y los próximos lanzamientos de Internxt Mail e Internxt Meet, alternativas cifradas a Gmail y Zoom.
El futuro se dibuja con la misma pregunta que lo inició todo: ¿quién debe controlar nuestros datos? Para Internxt, la respuesta es simple: el usuario. Y su visión mira a una Europa digital que compita sin renunciar a sus valores.