Los aranceles impuestos por Estados Unidos están causando daños notables en las industrias chinas. Las empresas lidian con una reducción palpable en la producción, acompañada de un aumento en el número de despidos. Mientras tanto, los contenedores repletos de productos chinos se quedan a la deriva en el mar, abandonados en su travesía hacia Estados Unidos. La guerra comercial que comenzó con la administración de Donald Trump ha llevado a la aplicación de aranceles del 145% sobre productos chinos, lo que ha obligado a los fabricantes y exportadores a reconfigurar o incluso detener sus operaciones debido a la caída o cancelación de pedidos.
Un caso extremo lo constituye el abandono de cargas ya en tránsito, entregadas a compañías navieras para esquivar los altos costos que acarrearía su ingreso en territorio estadounidense. Un empleado anónimo de una empresa de transporte marítimo indicó al South China Morning Post: «Nos estamos preparando para lo peor». Según esta fuente, el flujo diario de contenedores desde China hacia EE. UU. ha caído abruptamente, de entre 40 a 50 contenedores a apenas tres o seis. Esta dramática caída ha llevado a la empresa a suspender sus operaciones hasta que la situación mejore o se logren encontrar mercados alternativos.
Mientras los productores chinos contemplan la diversificación de mercados como posible solución, esta no ofrece alivio inmediato. A la par, trabajadores como Wu, quien trabaja en una fábrica de pantalones vaqueros en Cantón, enfrentan una incertidumbre laboral creciente. Wu expresó que «solía trabajar hasta medianoche y ahora acabo sobre las seis de la tarde», y teme por su puesto de trabajo, al igual que muchos de sus colegas. Las compañías han comenzado a paralizar contrataciones y a reducir turnos, enviando a los empleados a casa sin que se hayan publicado cifras oficiales sobre despidos.
Millones de trabajadores en China están viendo cómo se recortan sus ingresos debido a la disminución de horas laborales. En las redes sociales chinas, proliferan los testimonios de aquellos que han perdido su empleo. Un usuario escribió: «He perdido mi trabajo», mientras que otros dos replicaron: «Yo en breve», «y yo». Estas historias reflejan un panorama laboral complicado en el sector exportador chino, donde la cancelación de pedidos y el aumento de inventarios son problemas acuciantes.
Para intentar mitigar el impacto, las autoridades chinas instan a los exportadores a buscar nuevos clientes en el mercado interno. Sin embargo, las empresas muestran reticencia ante la caída del consumo interno desde la pandemia, enfrentando problemas como menores márgenes de beneficio y elevadas tasas de devolución. La feroz competencia en precios bajos disuade a muchas de optar por el mercado nacional mientras esperan un desenlace positivo en las negociaciones comerciales entre Pekín y Washington.
A pesar de que son débiles, comienzan a aparecer indicios de una posible desescalada en la guerra comercial, con noticias sobre posibles exenciones y suspensiones de aranceles por parte de China sobre productos estadounidenses. Medios tanto locales como internacionales han mencionado supuestas conversaciones entre las dos potencias, aunque estas han sido desmentidas por Pekín. Mientras tanto, el Partido Comunista Chino ha anunciado medidas para estabilizar la economía y brindar apoyo a empresas y trabajadores afectados por estos «choques externos».