Un equipo del Centro de Fertilidad de la Universidad de Columbia ha logrado el primer embarazo exitoso en una pareja cuyo hombre sufría azoospermia, la ausencia total de espermatozoides en el semen. El hallazgo no vino de un milagro, sino de un algoritmo: un sistema pionero de inteligencia artificial llamado STAR (Sperm Tracking and Recovery).
La técnica, no invasiva y de precisión milimétrica, combina imágenes de alta resolución, microfluídica y robótica para rastrear espermatozoides viables en muestras que parecen inertes. En cuestión de minutos, el software analiza millones de imágenes y distingue las pocas células útiles sin dañar el material biológico.
Adiós al bisturí
Hasta ahora, los tratamientos para la azoospermia dependían de procedimientos quirúrgicos o búsquedas manuales bajo el microscopio, con resultados desalentadores y riesgos de inflamación, lesiones vasculares o reducción de testosterona. Con STAR, los médicos evitan las cirugías y los errores humanos, reducen costes y tiempos de laboratorio, y mejoran la calidad del material biológico.
Según los investigadores, la automatización garantiza precisión y seguridad, dos palabras que no suelen aparecer juntas en este campo. Y sí: la IA puede ser más cuidadosa que la mano humana.
Un embarazo tras dos décadas de intentos
El primer éxito de STAR se dio en una pareja que llevaba 20 años intentando concebir. Tras varios ciclos de fecundación in vitro y dos cirugías fallidas, los especialistas de Columbia aplicaron el nuevo método sobre una muestra de apenas 3,5 mililitros.
En dos horas, el sistema analizó 2,5 millones de imágenes y halló dos espermatozoides viables. Dos. Los suficientes para crear embriones sanos y lograr el embarazo. Una historia que redefine el significado de “posibilidad mínima”.
Esperanza con nombre de algoritmo
«Una muestra puede parecer normal a simple vista, pero bajo el microscopio se revela un mar de restos celulares sin espermatozoides visibles», explicó Zev Williams, director del Centro de Fertilidad de Columbia y autor principal del estudio publicado en The Lancet. «Esta tecnología ofrece esperanza real a parejas que antes eran informadas de que no podrían tener hijos biológicos».
El sistema utiliza un microchip con canales microscópicos para aislar la fracción del semen donde se encuentra el espermatozoide detectado. Luego, un brazo robótico lo extrae con precisión quirúrgica, conservando su integridad para fecundación o criopreservación.
Una revolución silenciosa
La IA no ha creado vida, pero ha demostrado que puede reconocerla en su mínima expresión. El caso de Columbia abre una vía prometedora para miles de hombres diagnosticados con infertilidad severa. En un mundo donde los algoritmos suelen asustar, este recuerda que también pueden devolver esperanza.
