La alianza entre Microsoft y OpenAI, uno de los acuerdos más relevantes en el sector de la inteligencia artificial, atraviesa un momento delicado. Las negociaciones para redefinir su relación empresarial llevan meses en marcha, con posiciones enfrentadas y consecuencias de calado si no alcanzan un entendimiento.
Microsoft ha inyectado 13.000 millones de dólares en OpenAI desde 2019, pero no posee acciones directas en la compañía. A cambio, recibe una parte proporcional de los beneficios futuros. OpenAI necesita ahora el visto bueno de Microsoft para modificar su estructura y convertirse en una empresa con fines de lucro. Solo así podría activar una ronda de financiación liderada por SoftBank por valor de 30.000 millones de dólares y abrir la puerta a su salida a bolsa.
De acuerdo con The Wall Street Journal, los ejecutivos de OpenAI llegaron incluso a considerar la posibilidad de denunciar a Microsoft por comportamiento anticompetitivo, lo que implicaría un riesgo de mayor presión regulatoria también sobre la propia compañía. Según The Information, la propuesta que OpenAI ha puesto sobre la mesa incluye ceder un 33% del capital a Microsoft a cambio de que esta renuncie a sus derechos sobre beneficios futuros. Pero Microsoft aspira a una participación superior.
Uno de los aspectos más controvertidos es el acceso a Windsurf, una firma especializada en programación que OpenAI adquirió recientemente. Según un acuerdo de 2023, Microsoft tiene acceso a toda la tecnología de OpenAI, incluidas las futuras adquisiciones. Sin embargo, desde OpenAI creen que este punto podría poner en peligro la relación con los reguladores si Microsoft accede a Windsurf, dado que ya controla GitHub, un servicio competidor.
Ambas empresas insisten en que mantienen «una colaboración productiva a largo plazo que ha proporcionado increíbles herramientas de IA para todos». Pero también reconocen que las conversaciones siguen abiertas y que esperan encontrar un acuerdo satisfactorio.
El contexto se complica porque, a pesar de ser socios, OpenAI y Microsoft son competidores en varios frentes. Ambas están inmersas en la carrera por lograr una inteligencia artificial general (AGI), con capacidades superiores a las humanas. Microsoft ha reforzado su plantilla con figuras como Mustafa Suleyman (cofundador de DeepMind) o Jay Parikh (ex Facebook), mientras expande su oferta de modelos de IA con Grok (de xAI) y otras alianzas estratégicas.
OpenAI, por su parte, ha dejado de depender exclusivamente de Microsoft para su potencia de cálculo. Ha sellado acuerdos con Oracle, SoftBank y, recientemente, con Google Cloud.