La respiración consciente reduce el estrés y mejora la productividad

Controlar la respiración ayuda a reducir el estrés, mejorar la concentración y aumentar la productividad. Una herramienta sencilla con impacto real en el bienestar laboral.
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Mujer respirando :: The Officer

En los entornos laborales de alta exigencia, el cuerpo activa el sistema nervioso simpático, responsable de la respuesta de lucha o huida. Esto acelera el pulso, tensa los músculos y provoca una respiración rápida y superficial. Según Rosa Berlanas, especialista en psicología positiva del área de Empresa Saludable de Quirónprevención, «la respiración consciente y profunda actúa como un freno al activar el sistema nervioso parasimpático, que promueve la calma y permite el funcionamiento óptimo del cerebro superior».

Esta regulación fisiológica permite revertir los efectos del estrés y recuperar el control emocional. El resultado es un estado de serenidad que favorece la toma de decisiones y mejora la capacidad de concentración, claves en entornos donde la presión es constante.

El cuerpo también habla

Los primeros signos de estrés aparecen en el cuerpo: tensión en hombros y mandíbula, dolor de cabeza o respiración superficial. A nivel mental, se manifiesta como rumiación, irritabilidad o dificultad para concentrarse. Detectar estas señales es el primer paso para intervenir a tiempo.

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«Basta con practicar respiraciones profundas durante treinta segundos cada vez que cambiamos de tarea o sentimos un pico de estrés», sugiere Berlanas. «Son micro pausas que ayudan a mantener el equilibrio y evitan que el estrés se acumule».

Decisiones más claras y liderazgo estable

Las técnicas de respiración mejoran la función ejecutiva del cerebro. Al reducir el nivel de cortisol, la llamada hormona del estrés, disminuye la impulsividad y aumenta la capacidad de análisis. «Nos permite pasar de respuestas reactivas a decisiones reflexivas», indica la especialista.

Entre las técnicas más efectivas, Berlanas recomienda la respiración 4-7-8, ideal antes de reuniones importantes; la respiración cuadrada (4-4-4-4), útil para momentos de presión; y el suspiro fisiológico, que libera tensión de forma inmediata.

Respirar en equipo también une

En equipos sometidos a plazos exigentes, la respiración puede actuar como un regulador emocional colectivo. Si una persona se siente abrumada, su estado se contagia al grupo. Por eso, introducir pausas estructuradas de respiración —como un minuto de silencio antes de una reunión o un «Momento de Foco» a mitad del día— ayuda a reducir la tensión colectiva y fortalecer la cohesión.

«Estas prácticas no solo calman, sino que generan sintonía entre los miembros del equipo», apunta Berlanas. Quirónprevención promueve este tipo de dinámicas dentro de sus programas de bienestar, demostrando que el equilibrio emocional también es una estrategia de productividad.

Pequeños gestos, grandes resultados

No se trata de dedicar grandes tiempos, sino de crear hábito. Con tan solo de tres a cinco minutos diarios se pueden notar los beneficios, aunque una práctica de diez a quince minutos garantiza un efecto más sostenido.

La clave, según Berlanas, está en la constancia: «Cada vez que desbloquees el móvil o antes de beber agua, haz tres respiraciones lentas y profundas. Convertir la respiración en un anclaje diario transforma la manera en que gestionamos el estrés».

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