España es el segundo productor europeo de automóviles y octavo en el mundo. Con 2,8 millones de vehículos al año, la industria del automóvil supone cerca del 10% del PIB español. Sin embargo, es una industria mayoritariamente enfocada a la exportación; más del 84% de la producción se vende en otros países. En 2016 se vendieron en España 1,14 millones de turismos según los datos de diciembre de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac), una cifra demasiado baja según las estimaciones del sector para sustituir a los vehículos más antiguos. Juan Antonio Sánchez Torres, presidente de la Asociación Nacional de Vendedores de Vehículos a Motor, Reparación y Recambios (Ganvam), explica que ahora mismo conviven en España vehículos muy nuevos con otros muy viejos. Según Sánchez Torres, la demanda interna de vehículos en España no es tan fuerte como para absorber los niveles de producción, lo que se suma a que el ritmo de matriculaciones no sea suficiente como para reducir la antigüedad del parque de vehículos. Desde Anfac cifran en 1,3 millones de matriculaciones anuales el mínimo necesario para que la media de edad del parque español se vaya reduciendo. De lo contrario, esa antigüedad no caerá al menos hasta el año 2020. La crisis ha tenido su parte de culpa en el envejecimiento de los vehículos españoles. Para Juan Antonio Sánchez, “la resaca del cumpleaños feliz del boom de las matriculaciones que vivimos hace diez años” aún está pasando factura al sector automovilístico. Además, el déficit de matriculaciones que ha caracterizado a los años de la crisis ha frenado la renovación del parque desde entonces. Desde el sector advierten de que un automóvil antiguo no solo es un problema para el medio ambiente, sino también para la seguridad vial, ya que los fabricantes han mejorado la seguridad con el paso de los años. Por ello, instan a que el Gobierno mantenga programas de achatarramiento para fomentar el reemplazo de estos vehículos e impulsar una movilidad más sostenible. Tanto Ganvam como Anfac coinciden: una de las mejores soluciones es la colaboración público-privada, como ha sido el plan PIVE. Además, desde Ganvam explican a DIRIGENTES que estas medidas deben acompañarse de una reforma fiscal que “no penalice la entrada de coches nuevos, eliminando por completo el Impuesto de Matriculación” y que, por otro lado, “desincentive la circulación de los vehículos más antiguos y contaminantes, adaptando el Impuesto de Circulación a criterios medioambientales”. Justo acerca del Impuesto de Matriculación se pronunció el Ministerio de Hacienda hace escasos días y negó que estuviese estudiando endurecerlo como parte de una reforma de la fiscalidad del automóvil. Solo se especificó que el Ministerio pretende “mejorar la fiscalidad del automóvil para favorecer que sean más innovadores, más seguros y menos contaminantes”, sin entrar en más detalles. Los países europeos con un parque más antiguo
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