Según los cálculos de la organización, las medidas supusieron 178.000 millones de dólares para las industriales del carbón, el gas natural y el petróleo. Aunque el número ha caído desde los 200.000 millones de 2012, supera ampliamente el valor de los subsidios a renovable como la eólica o la solar. La OCDE ha puesto el dedo en la llaga sobre la doble moral de los Gobiernos de las economías desarrolladas.
Son más conocidas las ayudas directas en el consumo en países como Venezuela o Irán, pero menos populares son las de los países industrializados, donde siempre se remarca la alta carga impositiva sobre los carburantes. La OCDE describe más de 800 formas distintas que tienen los Gobiernos de apoyar los combustibles fósiles con dinero del contribuyente. "Son muy costosas para los gobiernos, desviando los escasos recursos fiscales y comprometen los esfuerzos para atenuar el cambio climático", señala en el informe Ángel Gurría, secretario general de la OCDE.
Según estimaciones de la propia OCDE y de la Agencia Internacional de la Energía, las subvenciones y otras medidas de apoyo a los combustibles fósiles en todo el mundo superaban los 500.000 millones de dólares anuales.
Menores costes por desplome del mercado
La OCDE ha encontrado todo tipo de subsidios en las partes más oscuras de los sistemas fiscales nacionales; desde controles directos de los precios de la gasolina, a ventajas fiscales para refinerías y plataformas, hasta créditos para infraestructuras como oleoductos y estímulos para tecnologías que limpien las emisiones de carbón.
El petróleo y sus derivados concentraron el 82% del apoyo público, mientras que el gas se quedó con un 10% y el carbón un 8%. El desplome de los precios del crudo ha conseguido reducir el coste de los subsidios.
Eso significa una disminución respecto a los techos alcanzados en los años precedentes y las razones principales son dos: la caída del precio del petróleo pero también los cambios en las políticas públicas, que dan prioridad a un modelo de "crecimiento más sostenible tanto desde el punto de vista de las finanzas públicas como en el terreno ecológico".
"Una parte no despreciable" de ese descenso es atribuible a México por la eliminación de las ayudas al consumo de gasolina y gasóleo al aplicar un sistema flotante de tasas, el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios por Enajenación de Gasolinas y Diesel (IEPS) y a la India, donde la reciente reforma fiscal conlleva una subida progresiva del precio de los carburantes que implica que la subvención total al consumo de productos petroleros ha pasado de 18.000 millones de dólares en 2012 a 10.000 millones en 2014.
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