La Autoridad Bancaria Europea (EBA) ha publicado su informe trimestral sobre ‘indicadores de riesgo’ de la actividad bancaria en la UE para el último periodo de 2016. El análisis refleja que, mientras que las ratios de solvencia y morosidad evolucionaron positivamente, las ratios de rentabilidad siguen siendo la asignatura pendiente de las entidades de cara al futuro. En concreto, el indicador de ‘rentabilidad sobre recursos propios’ (RoE) tocó mínimos históricos hasta situarse en el 3,3%, frente al 5,4% del trimestre anterior. Esta ratio mide la rentabilidad obtenida en relación a los fondos propios invertidos en una entidad, es decir, el beneficio neto generado en relación a los accionistas. Otro de los indicadores es la ratio coste sobre ingresos, que experimentó un alza desde el 62,8% del tercer trimestre hasta el 65,7%. Este indicador refleja el peso total de los costes sobre los ingresos y es un síntoma de la eficiencia del sector financiero. El crecimiento continuado del volumen de costes sobre el total, frente a un incremento de los ingresos muy leve, es la causa del desequilibrio. Hasta diciembre de 2016, esta ratio se situó muy cercana a los máximos del primer trimestre, cuando alcanzó el 66%. Por último, la ratio de préstamos sobre depósitos disminuyó ligeramente hasta el 118,4%, desde el 120,1% registrado en el periodo anterior. 
Por otro lado, la ratio de capital de máxima calidad (CET1), indicador de la solvencia de las entidades, se situó en el 14,2%. El indicador ha mostrado una evolución ascendente desde el primer trimestre de 2016, cuando se situó en el 13,4%, impulsado por la caída de la exposición al riesgo, sobre todo en las pequeñas entidades. La ratio de morosidad (NPLs) también decayó en tres décimas, hasta situarse en el 5,1%, lo que sugiere que «los esfuerzos de supervisión están dado su fruto, aunque de manera muy lenta», señala el informe. Las diferencias entre países son muy notables sobre este indicador, con casos como el de Grecia, Chipre, Portugal e Italia, que lideran el ranking con tasas muy superiores a la media, y casos como el de Suecia o Luxemburgo, que apenas mantienen préstamos dudosos. 
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