Imagen del edificio Pereda, sede histórica de Banco Santander Imagen del edificio Pereda, sede histórica de Banco Santander

Lecciones centenarias para startups de hoy en día

Empresas de largo recorrido y startups pueden ayudarse mutuamente y enseñarse valores intangibles.
Imagen del edificio Pereda, sede histórica de Banco Santander

El panorama empresarial actual está marcado por el fenómeno de las startups, que han aportado una corriente saludable de innovación y valor añadido con su ambición disruptiva, flexibilidad, velocidad, estructuras planas y foco en métricas y experiencia de cliente.

Compañías como Netflix, Uber o Amazon, que eran startups hace pocos años, son ahora referentes. Sin embargo, a pesar de su dinamismo, estas compañías se enfrentan a desafíos específicos y «tentaciones» que pueden minar la calidad del servicio o su éxito, como la presión por captar fondos rápido o la necesidad de crecer a toda costa para generar buenas métricas.

Un mayor foco en generar plusvalías y vender a corto o medio plazo, aunque legítimo, en ocasiones ha perjudicado la credibilidad del mundo emprendedor.

En contraste, existen empresas que han superado el siglo de vida, incluso varias centenarias en España, y abundan en Japón (conocidas como shinise), y que demuestran una notable capacidad de supervivencia. Estas compañías longevas poseen rasgos especialmente valiosos para las nuevas.

A pesar de que parecen mundos opuestos, y a menudo se pierden potenciales sinergias entre ambos, las empresas más longevas pueden enseñar mucho a las startups.

Una de las lecciones fundamentales es la mirada larga. Mientras muchas startups sueñan con ser «unicornios» rápidamente, empresas como Banco Santander, Mahou o Danone demuestran que el éxito duradero exige otros principios.

En las compañías centenarias, prima la visión a largo plazo, la fidelidad a un propósito inspirador y potente, y saber evolucionar sin alterar radicalmente sus valores fundacionales.

Éstas, además, se enfrentan al reto del relevo generacional por lo que parte de esa misión consiste en dejar la empresa mejor para la siguiente generación, una misión que actúa como una «vacuna» contra el cortoplacismo que afecta a muchas startups.

Sede central Innoaesthetics

Valores intangibles

La autenticidad es otra propuesta de valor clave. Mantener el legado sin perder el propósito es uno de los elementos diferenciadores. Empresas como Petritegi, con casi cinco siglos a su espalda, han convertido su historia en su mayor fortaleza y la han puesto en el centro de la experiencia del visitante.

Esta cualidad, que nace del respeto a la identidad propia, no se puede imitar ni improvisar. Las startups pueden aprender a evolucionar sin perder su propósito original.

Las empresas centenarias entienden que la experiencia es el producto principal. En sectores como la gastronomía y el turismo, el recuerdo emocional del visitante es más poderoso que cualquier campaña de marketing. Esto se alinea con el foco en la experiencia del cliente, algo que las startups valoran y buscan cada vez más.

La innovación continua y discreta es crucial para su longevidad. Las compañías longevas no enfrentan avances y legado; defienden que ambos son parte de la misma moneda y que su historia se construye mirando al futuro. Innovan de forma natural, no como un golpe de efecto.

Es el caso de Innoaesthetics, un laboratorio puntero en medicina estética cuyo origen se remonta a un bisabuelo farmacéutico hace 125 años. La innovación real es constante y coherente.

La prudencia financiera es un capítulo importante en el manual de las centenarias. Suelen autofinanciarse mucho, repartir pocos dividendos y tener poca deuda. Esta cautela les permite soportar las crisis con más holgura. Gullón, por ejemplo, incorporó una política de cero deuda tras estar a punto de desaparecer por este motivo.

Aunque el tipo de accionariado puede influir más que la edad en esta cultura financiera, es una característica común que contrasta con el apalancamiento que a menudo afecta a las corporaciones. Su crecimiento tiende a ser más ordenado y «racional».

Crear comunidad antes que clientes es otra enseñanza. Las startups que logran construir una comunidad en torno a su marca tienen más posibilidades de perdurar. Las empresas que logran crear un vínculo emocional con sus clientes, en lugar de expandirse agresivamente, tienden a permanecer más en el tiempo.

El verdadero éxito en ciertos sectores no está en ser el más grande o rápido, sino en ser el más auténtico y relevante para las personas. Coca-Cola es el paradigma internacional de este sentimiento de pertenencia.

Rasgos diferenciadores

La sostenibilidad y la diversidad ya no son opcionales. Hoy en día, los usuarios valoran profundamente los proyectos comprometidos con el medioambiente y la inclusión y priman su consumo sobre otros aspectos.

Detrás de la longevidad, encontramos una cultura fuerte e identidad clara. Estas empresas destacan por el compromiso de su equipo, el amor por el trabajo bien hecho, el aprendizaje permanente y la motivación.

También suelen mostrar mayor optimismo, cohesión, prudencia en el crecimiento y cercanía a clientes y otros stakeholders. Estos elementos también pueden marcar el devenir de las startups y ayudarlas en su supervivencia.

El liderazgo es, para algunos expertos, el factor más importante de todos para la longevidad. Las empresas que alcanzan los 100 años han tenido diferentes líderes, que suelen ser proactivos, innovadores y pendientes del cliente.

La sucesión, tanto de liderazgo como patrimonial, es un momento crítico, especialmente en empresas familiares.

La planificación intergeneracional, la transmisión de valores, la posible profesionalización de la gestión con talento externo, la separación de propiedad, gobierno y gestión, y trabajar con todos los herederos para que entiendan su responsabilidad como dueños son aspectos clave para la continuidad.

¿Y a la inversa?

Las sinergias entre empresas centenarias y startups cada vez son mayores. Si una compañía con años de trayectoria puede enseñar mucho a una que está empezando, las «nuevas» no se quedan atrás.

Ya son muchas las grandes corporaciones que tiene como reclamo el gestionarse con un enfoque startupero. Esto viene a significar que huyen de largos procesos y burocracias y buscan metodologías ágiles y más productivas aprovechando nuevos mecanismos y tecnologías para acelerar sus ritmos.

Otro punto que las empresas de mayor recorrido pueden aprender de las startups es la capacidad de conectar con nuevos públicos sin necesidad de grandes inversiones en marketing. Precisamente por su juventud, llevan impreso en su ADN esos rasgos que los zetas buscan.

Aunque parezcan mundos separados, startups y empresas centenarias comparten algunas claves para el éxito. Cada vez hay más contacto y fusión entre ellas, lo que crea una «positiva tendencia al mestizaje empresarial».

El mercado actual juzga a cada compañía más allá de la última novedad tecnológica o los éxitos pasados. Las empresas triunfadoras de los próximos años, ya sean jóvenes o longevas, serán las que mejor se reinventen cada día.

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