La mayor concienciación sobre aspectos ambientales, sociales y de buen gobierno de las empresas se han convertido en factores determinantes para los inversores a la hora de seleccionar productos de inversión. De ahí la importancia creciente que están ganando, cada vez más, los fondos relacionados con esta temática.
La oferta de fondos con el sello de ISR o las estrategias de inversión que aplican estos criterios ha ido creciendo durante los últimos años. Si antes podía sonar como una extravagancia de algunas firmas, ahora se está produciendo una verdadera competencia por atraer a los clientes con políticas de inversión que tienen en cuenta los factores extrafinancieros a la hora de seleccionar las compañías.
El perfil de los inversores profesionales que demandan estos productos (fondos de fondos, planes de pensiones, de carácter religioso) y la nueva normativa europea han favorecido esta demanda. David García Rubio, responsable de ISR en Santander Asset Management, explica que la Comisión Europea acaba de lanzar un plan de acción de finanzas sostenibles, que pretende potenciar este tipo de inversiones entre los inversores institucionales en los próximos cinco años, lo que a su juicio marcará una tendencia para el sector de la gestión de activos.
“Lo que se ha visto en los últimos años, sobre todo a nivel europeo, es que la demanda retail ha crecido mucho y esto tarde o temprano llegará a España y muchas personas comenzarán a demandar este tipo de inversiones”, vaticina.
Xavier Fábregas, director general de Caja Ingenieros Gestión, asegura que el Acuerdo de París fue un buen exponente de la necesidad del cambio pero, además, “desde el ámbito regulatorio las entidades financieras y gestoras de activos deberán promover esa transformación como contemplan ya algunas iniciativas provenientes de la propia Comisión Europea”.
Ignacio Perea, director de inversiones de Tressis, señala esta mayor concienciación sobre un mundo con recursos escasos al igual que los tratados internacionales o los cambios en la normativa financiera como las bases para el desarrollo de la inversión con el sello de ISR, pero “todavía parte de la industria en Estados Unidos o Asia muestra escepticismo sobre el impacto en la rentabilidad de una buena gobernanza o la eficiencia en la gestión de residuos”, pese a que los datos muestran que las estrategias basadas en sostenibilidad son iguales o superiores al resto.
¿Cómo aplican estos criterios más específicamente en las estrategias de los fondos o la gestión de carteras? La mayor conciencia de las empresas sobre el impacto de su actividad en el medio ambiente y la sociedad y la mayor demanda de este tipo de información extra financiera por parte de los inversores institucionales ha permitido tener un mayor conocimiento de las estrategias ISR de las compañías.
Aunque cada gestora tiene sus propias peculiaridades a la hora de realizar la selección de valores, hay algunos puntos en común. Por ejemplo, mediante la exclusión de determinadas compañías o sectores o la evaluación de determinados criterios de inversión. La selección de valores suele partir de los listados que proporcionan determinados índices de sostenibilidad realizados por firmas independientes.
En Santander AM, que lanzó el primer fondo ISR en España en 1995 y cuenta con uno de los mayores fondos domésticos de estas características por volumen patrimonial (con 850 millones de euros), cuentan con dos líneas de productos. Una, de inversión sostenible, donde se aplica un criterio de best in class que parte de cuatro ejes (financiero, ambiental, social y de gobierno corporativo), que les sirve para localizar aquellos emisores con ventajas competitivas en negocios sostenibles y que pueden anticipar y evitar potenciales riesgos. En esta línea se inscriben los fondos de la gama Santander Sostenible: dos fondos mixtos (Santander Sostenible 1 y Santander Sostenible 2) y uno de renta variable (Santander Sostenible Acciones).
Empresas relacionadas con las energías renovables, el tratamiento de residuos, la reforestación, la innovación tecnológica, la agroalimentación o el envejecimiento de la población entran dentro del universo potencial de valores de estos fondos.
La otra línea de negocio se llama Santander Responsable, enfocada hacia un análisis sobre la naturaleza del negocio que desarrollan las empresas o sus actuaciones respecto a sus grupos de interés. Aquí la gestora cuenta con el fondo Santander Responsabilidad Solidario, un mixto que invierte como mínimo el 70% en renta fija de la zona euro y un 30% en renta variable europea, que aplica criterios inspirados en los valores de la doctrina social de la Iglesia Católica, y donde parte de la comisión de gestión es donada a determinadas entidades. Además, también tiene Inveractivo Confianza y Santander Solidario Dividendo Europa, en el que el partícipe puede elegir entre 22 ONG a quién se destina el 21% de su comisión de gestión.
En Tressis, además del servicio de asesoramiento sobre vehículos socialmente responsables, tienen un fondo de fondos y dos carteras de gestión discrecional basadas en fondos. La estrategia, explica Ignacio Perea, se basa en criterios valorativos, centrados en cubrir empresas que promuevan en otros salud, bienestar y consumo responsable, lucha contra el cambio climático y medioambiente o alimentación y lucha contra el hambre, excluyendo aquellas que atentan contra los derechos humanos o la responsabilidad social corporativa.
“Planes de pensiones, fundaciones, congregaciones religiosas, empresas familiares y la generación de los millenials han mostrado interés en este enfoque y serán un gran impulsor en poco tiempo”, subraya.
“La sociedad es cada vez más consciente de la necesidad de tener en cuenta no solo criterios económicos a la hora de tomar decisiones, y las inversiones que se basan en criterios de sostenibilidad son las acertadas en el medio y largo plazo”, destacan en Bankinter Gestión de Activos, que tiene un fondo de renta variable global de estas características, el Bankinter Sostenibilidad, que realiza la selección de valores dentro del universo de firmas de los índices especializados que cumplen un mínimo de requisitos de ISR. “La elección concreta se basa luego en nuestra visión sectorial y la valoración de las compañías”, señalan.
En Caja de Ingenieros Gestión aplican una estrategia de exclusión de determinados sectores para todos los fondos de inversión y planes de pensiones, como fabricantes de armas, explosivos, vehículos militares o fabricantes de tabaco, sean o no productos específicos de ISR. En los fondos que sí tienen este sello, además, aplica filtros adicionales. La gestora cuenta con dos fondos pioneros, CI Environment ISR y CI Climate Sustainability ISR, donde el argumento medioambiental es el núcleo generador de ideas de inversión, y también ofrece el fondo Fonengin ISR y el plan de pensiones CI Global Sustainability IS, más genéricos a la hora de seleccionar valores.
El producto estrella de GVC Gaesco es el GVC Gaesco Sostenible ISR, un fondo mixto que puede invertir hasta un 50% en renta variable global. “Cuando diseñamos el fondo intuimos que los criterios generalmente aceptados para etiquetar a una empresa como ISR eran demasiado laxos. Por esa razón nosotros aplicamos criterios en los que la sostenibilidad es solo uno. Añadimos el de gobierno corporativo, que excluye determinados sectores, y una alienación de la actitud de las compañías con la doctrina social de la iglesia”, explica Jaume Puig, director de inversiones de la gestora.
Con los filtros que aplica la firma, “prácticamente el 90% de los valores teóricamente sostenibles se caen” y la actitud de los directivos es fundamental en el proceso de valoración de las compañías, según Puig.
En Caixabank Asset Management cuentan también con uno de los primeros fondos enfocados en la ISR, el Microbank Fondo Ético, que cede el 0,375% de su comisión de gestión a una serie de ONG, al que se unió en 2013 el Microbank Fondo Ecológico, que invierte en los mejores fondos de renta variable del sector de la ecología. “Al tratarse de un fondo especializado en esta temática concreta, tiene una fuerte concentración en tres sectores: tecnología, industriales y materiales, así como a empresas de pequeña capitalización y con un sesgo a compañías de países desarrollados”, explican desde la gestora.
Caixabank AM cuenta con su propia herramienta para clasificar a las compañías por criterios de ISR y el fondo ético cuenta, además, con un comité especializado que valora distintos aspectos del gobierno corporativo y de políticas relacionadas con el medio ambiente y los derechos humanos de las compañías para valorar sus puntos fuertes y débiles en este terreno.
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