Trabajar menos puede ser trabajar mejor. Así lo concluye InnovaWorking, un proyecto científico europeo coordinado por la Universidad Carlos III de Madrid, que ha analizado experiencias laborales en seis países europeos, incluido España.
La principal conclusión es que la jornada de 32 horas semanales mejora la productividad, la conciliación y la retención del talento, siempre que haya un compromiso real por parte de las empresas.
La investigación, presentada este jueves en el Parlamento Europeo, parte del análisis de legislación y experiencias en España, Finlandia, Francia, Hungría, Irlanda y Países Bajos. Más allá de la ley, el estudio se enfoca en fórmulas pactadas o impulsadas desde las propias compañías.
En el caso español, el informe se elaboró cuando el Gobierno aún negociaba con sindicatos y patronal la reducción de la jornada de 40 a 37,5 horas. Finalmente, el acuerdo se cerró solo con los sindicatos, y el proyecto de ley sigue su curso en el Parlamento, en plena pugna política y con la oposición de PP y Junts.
Pero el estudio va más allá de las 37,5 horas. Asegura que las 32 horas semanales son posibles en múltiples sectores, no solo en la tecnología. La clave está en la organización por turnos, lo que permite su aplicación incluso en la construcción, el metal o la restauración.
Entre los casos analizados en España destacan tres empresas:
- Ephimera, una pequeña firma de eventos.
- Software Del Sol, mediana empresa tecnológica.
- Schneider Electric, gran compañía del sector metalúrgico.
En Ephimera y Software Del Sol, la implantación de la jornada de 32 horas se impulsó desde la propia empresa como estrategia para atraer y retener talento. Según el estudio no hubo impacto negativo en la productividad ni en la organización interna. Como resume el informe: «Con liderazgo empresarial, basta con una iniciativa de dirección; rara vez los trabajadores la rechazan».
Eso sí, los expertos advierten que la fórmula no siempre es replicable. Las microempresas con plantillas reducidas pueden encontrar más dificultades para repartir el trabajo.
En Schneider Electric, el enfoque fue otro: mayor flexibilidad horaria y teletrabajo para los puestos de oficina. La compañía propuso una jornada comprimida en cuatro días, pero manteniendo las 40 horas semanales. Sin embargo, los sindicatos rechazaron esta medida al considerar que no respondía al verdadero espíritu de conciliación.