El peso mexicano ha sido el principal damnificado de la victoria de Trump en las elecciones estadounidenses. Y anoche, el Banco Central de México decidió elevar los tipos de interés en 50 puntos básicos hasta el 6,25%, también en respuesta a una inflación creciente que ya alcanza el 4,7%. Para Alejandro Hardziej, analista de renta fija en Julius Baer, “hay espacio para nuevas subidas de tipos en el mediano plazo, algo que dependerá, en nuestra opinión, de la evolución del peso”: Para el experto, con la inflación por encima de la meta del Banco Central, establecida en el 3%, “es probable que las autoridades se muestren más activas en caso de que surjan nuevas presiones”. A su juicio, este escenario no es del todo negativo para los inversores. “Desde una perspectiva de renta fija, pensamos que los bonos de corto plazo denominados en pesos mexicanos parecen ahora más atractivos”. Por ejemplo, un bono soberano del gobierno azteca a dos años en moneda local ahora rinde un 6,7%, “proporcionando un sustancial amortiguador frente a los movimientos de la moneda, mientras que la duración del bono es muy baja (1,7)”, indica el experto. Sin embargo, para los analistas las dificultades para el país son enormes. Tal y como explica Alejandro Varela, gestor de Renta 4 y buen conocedor de los mercados latinoamericanos, “el castigo que inflige el mercado de divisas a una determinada economía, a menudo es una señal de los males que le están acechando”. A su juicio, el desplome del peso no es simplemente de una manifestación del temor de los inversores. “Por desgracia, una divisa depreciada que se mantiene así en el tiempo, tiene otros efectos e importantes consecuencias económicas que no han de pasarse por alto”, recordando que los inversores se enfrentan a un país con una balanza comercial deficitaria, y cuya divisa se deprecia empobreciendo la economía. 
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