“The Future of Monetary Policy” es el estudio de 42 páginas elaborado por Credit Suisse Research Institute en el que se repasan las principales respuestas de los bancos centrales a la crisis desde 2008. Tipos reducidos a la mínima expresión, inyecciones masivas de liquidez, compras de deuda (e incluso de renta variable) para recuperar el crecimiento e insuflar vida a la inflación, en definitiva, políticas extraordinarias que devolvieran la economía a la normalidad… Sin entrar a juzgar su mayor o menor éxito, la firma señala que actualmente las autoridades monetarias han visto como sus mandatos se han ampliado “de objetivos macroeconómicos claramente definidos, como la estabilidad de precios o el empleo, para incluir la estabilidad financiera, como respuesta al entorno extraordinariamente difícil tras la crisis”. Al mismo tiempo, recuerdan, se han adoptado una “gama, cada vez más amplia, de instrumentos de política ‘no convencionales’ hasta ahora no testados, como la flexibilización cuantitativa (QE) o los tipos de interés negativos”. Medidas que han convertido a los bancos centrales en importantes proveedores de activos y liquidez para los países, las instituciones financieras y los bancos. Sobre este punto de partida, apunta Olvier Adler, responsable de análisis económico del área de gestión patrimonial internacional de Credit Suisse, “los próximos años serán decisivos en relación con la política monetaria”. Y es que, las autoridades monetarias se enfrentan a la siguiente disyuntiva: ¿volver a la normalidad anterior o seguir adelante, incluso profundizar, en la situación actual?
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