“Las rentabilidades de años anteriores nunca volverán”. Es una frase que los inversores llevan escuchando desde el inicio de la crisis, y ahora empiezan a ser conscientes de una realidad en la que los rendimientos de dos dígitos son ya cosa del pasado. Por eso, mirar más allá de los activos tradicionales se torna más importante que nunca, en un momento en el que además, factores como el aumento de la esperanza de vida obligan a buscar vías alternativas para conseguir rentas. En este escenario, los activos y la gestión alternativa se alzan como principales beneficiados. Los datos de firmas como PwC, recopilados a partir de la exposición de fondos de pensiones globales a este tipo de estrategias, apuntan a que las inversiones alternativas han pasado de pesar un 7% en 1996 a un 24% actualmente, con un crecimiento exponencial año a año que, hasta 2020, podría situarse entre el 8% y el 10%, según estimaciones de Prequin. El entorno de tipos en mínimos, la correlación de activos en momentos de shock y unas Bolsas sobrevaloradas pueden estar detrás del crecimiento esperado en este tipo de estrategias.
Del mismo modo, mantener la calma en ese camino del largo plazo resulta crucial. Sobre todo teniendo en cuenta el impacto de estar fuera del mercado en los periodos menos oportunos. Las oportunidades que el inversor puede perder por ese pensamiento ‘cortoplacista’ quedan evidenciadas en el siguiente gráfico de JP Morgan AM.
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